sábado, 6 de noviembre de 2010

Por la mañana con B16

En la Quintana me vio David. Y con la alegría de vernos, llamó a un amigo común y ahí nos enteramos de que van a tener un hijo: qué alegría, qué bien.
Y vimos en la pantalla la llegada del Papa: a mí me parecía milagroso que hubiera gente, después de lo negro que lo habían puesto con el obsesivo tema de la seguridad.
Y qué limpia estaba la Catedral; si hubieran quitado los andamios del Pórtico de la Gloria (ni con una bomba quitamos a los restauradores, a pesar de lo que dije) todo hubiera sido un prodigio.
Y llegué a casa y vi en internet la polémica sobre el laicismo. Sería bueno leer primero la pregunta y la respuesta (copio de aquí y pongo algo en negritas):
En estos meses se está poniendo en marcha el nuevo dicasterio para la nueva evangelización. Y muchos se han preguntado si precisamente España, con los desarrollos de la secularización y de la disminución de la práctica religiosa, es uno de los países en los que usted pensó como objetivo para este nuevo dicasterio o si no es el objetivo principal…
De por sí, con este dicasterio he pensando en el mundo entero porque la novedad del pensamiento, la dificultad de pensar en los conceptos de la Escritura, de la teología, es universal, pero naturalmente hay un centro y es el mundo occidental con su secularismo, su laicidad, y la continuidad de la fe que debe buscar renovarse para ser la fe hoy y para responder al desafío de la laicidad. En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema: hemos tenido, por ejemplo, los viajes a Francia, a la República Checa, al Reino Unido, donde por todas partes está presente de modo específico para esta nación, para esta historia, el mismo problema, y esto vale también de un modo fuerte para España. España era siempre, por una parte, un país originario de la fe; pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España: figuras como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa y San Juan de Ávila, son figuras que han finalmente renovado el catolicismo y formado la fisonomía del catolicismo moderno. Pero es igualmente cierto que en España ha nacido también una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como hemos visto precisamente en los años ’30, y esta disputa, más aún, este choque entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza también hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro – no desencuentro, sino encuentro – entre fe y laicidad, tiene un punto central también la cultura española. En este sentido, he pensado en todos los grandes países de Occidente pero sobre todo también en España.
No dice que estemos como en los años 30, sino que en España se da de un modo muy especial el choque entre catolicismo y laicismo.
Y alguno pensará que por qué se mete B16 en esos jardines: pero en jardines como esos es donde hay que meterse, porque el conflicto existe y es bueno saberlo. Ahora lo que queda es conseguir el encuentro entre fe y laicidad.

3 comentarios:

  1. Dice la razón: Busquemos
    la verdad.
    Y el corazón: Vanidad.
    La verdad ya la tenemos.
    La razón: ¡Ay, quién alcanza
    la verdad!
    El corazón: Vanidad.
    La verdad es la esperanza.
    Dice la razón: Tú mientes.
    Y contesta el corazón:
    Quien miente eres tú, razón,
    que dices lo que no sientes.
    La razón: Jamás podremos
    entendernos, corazón.
    El corazón: Lo veremos.

    (A. M.)

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  2. Emocionado tras escuchar la cita de San Juan de Ávila.

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  3. Gracias, Ángel, por este seguimiento.

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