En Madrid, hace diez días, fuimos a visitar la Capilla del Obispo, que acaban de (re)abrir: están allí las Hermanitas del Cordero, que se sentaban casi en el suelo, sobre una mínima estructura de madera, mientras adoraban una Hostia (la palabra se ha convertido en blasfemia, otro ejemplo de cenosis), muy grande, que brillaba porque tenía luz desde dentro de la custodia.
Y cb me dijo luego que era una custodia sin los rayos típicos que suelen rodear las custodias. Y que seguro que me había acordado del sol en el cuento de Flannery como una gran Hostia.
Y tomamos un te con una ramita de hierbabuena dentro.
Y septiembre era suave en la Plaza de la Paja: se estaba bien, no hacía calor.
y lo bien que cantaban. Y qué bonita está la plaza, que ya ni me acordaba de ella. Hay que ver lo bien que enseñas Madrid, hasta con otitis y decimoso.
ResponderEliminarCreo que las hermanitas del Cordero van a hacer una labor de evangelización impresionante. Llegan donde no llegan los demás. Da gusto ver la capilla llena de jóvenes, en medio de la Latina, rezando salmos, adorando a Dios. Ha sido un gran acierto darles ese rinconcito: es aire fresco en la Iglesia, pero aire fresco fiel al Papa y a la Tradición.
ResponderEliminarEn las sonrisas de las hermanitas hay mucho Amor, mucha fe, mucho ánimo evangelizador.