miércoles, 18 de agosto de 2010

Una dedicatoria

En el prólogo a su traducción de Esquines, me encuentro esta dedicatoria del profesor Carey:
Y en último lugar debería reconocer mi deuda con la persona que después de tantos años y a través de tantos proyectos ha hecho más que nadie para mantenerme cuerdo entre las exigencias competitivas de la moderna vida académica: mi mujer, Pauline. No la merezco, pero este sería un mundo siniestro si todos obtuviéramos lo que merecemos.

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