Es mejor ir en autobús por una autopista: estás por encima de los arbustos de los lados.
Casi llegábamos a Oxford y el cielo se reconfiguró para hacer un juego de armonías con los campos verdes y las vacas: se puso en formación de nubes en fuga hacia un punto en el centro de la escena: eran completas, plenas, grises claras brillantes, no sé si nacaradas o de un color plateado o perla. Merecían un pintor de esos admirables que hubo aquí por el XVIII; hasta a Rubens se merecían.
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