lunes, 12 de abril de 2010

La sacristía de san Marcos

En san Marcos de León descubrí la prodigiosa sacristía de Juan de Badajoz el Mozo, de 1549: ¡no sabía que algo tan hermoso estuviera ahí! Y estaba todo lleno de inscripciones latinas que se leían bien.
Era muy llamativo el modo de representar el árbol de Jesé entre los ramajes tardogóticos o protorenacentistas de las nervaduras, con profetas y antepasados de Jesús. Y recorría un friso la pared con el texto del Levítico 21,17 sobre el sacerdote perfecto: Qui habuerit maculam, non...

Eran dos salas, unidas por dos puertas; sobre un dintel:


Curam habe de bono nomine, hoc enim magis permanebit tibi quam mille thesauri pretiosi (Eccl. 41.12). Cuídate del buen nombre, pues durará más que mil tesoros riquísimos.

Y sobre la otra puerta:


In thesauris sapientie intellectus et scientie religiositas (Eccl. 1, 25). En los tesoros de sabiduría, entendimiento y ciencia está la religiosidad.
Pero lo más interesante era el frontal de la pared del medio, con una escena de la transfiguración. A los lados había un texto repartido entre calaveras y figuras con cartelas:

Arriba Noli metuere iudicium mortis.[Eccl. 41, 3]: No temas el juicio de la muerte.

A un lado:

O mors bonum est iudicium tuum /homini indigenti [Eccl. 41, 2]: Muerte, bueno es tu juicio para el hombre pobre.

Al otro:

O mors quam amara est memoria tua / homini pacem habenti in substantiis suis [Eccl. 41, 1]: ¡Muerte, ¡qué amargo es tu recuerdo para el hombre contento de sus posesiones!

Y en el medio de la sala, la tumba de un obispo con un texto en griego (1 Cor. 15, 42): σπείρεται ἐν φθορᾷ, ἐγείρεται ἐν ἀφθαρσίᾳ. Aquí la última palabra:



Y antes, en el claustro, una cosa maravillosa: un relieve prodigioso en piedra de Juan de Juni.


Me he molestado en poner los textos porque en la guía estaban mal. Y qué bien me lo pasé leyéndolos. Y me quedé sin poder ver la sillería de Juan de Juni: para la próxima queda.

1 comentario:

  1. y luego dicen que si las piedras hablaran...
    Qué elección tan extraña para el friso la de Levítico 21: ni ciego, ni cojo, ni jorobado, ni raquítico... Muy misteriosa, como si estuviera dedicada. Todas dedicadísimas, ahí hay gato encerrado.

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