sábado, 20 de febrero de 2010

Ni tuyo ni mío / Los baluartes

Los dos últimos libros de artículos de Andrés Trapiello tienen títulos excelentes (eso es marca de la casa), el primero del Discurso de la Edad de Oro del Quijote y el segundo la propuesta que hizo Azorín para  traducir la palabra boulevards: baluartes.
Son libritos maravillosamente editados, preciosos, yo les daría el Premio Nacional de Edición sobre la marcha: pobreza y elegancia, lo mínimo necesario para unas ediciones perfectas.
Y ahí es donde he podido enterarme de que la última palabra que pronunció Ramón Gaya fue gracias: y qué bien me parece que define al que debió de ser un hombre pobre y generoso, abierto a los demás y humilde. Y cuando Trapiello sigue a Gaya es cuando mejor es.

Y hasta aquí los elogios: los artículos, publicados en el magazine de La Vanguardia en 2005 y 2006, no me convencieron mucho -es una forma positiva de decirlo- y no recuerdo ninguno memorable (y mira que T. tenía algunos artículos memorables en sus primeras recopilaciones) y sí unos cuantos prescindibles y otros directamente malos.
No me convence nada el T. comentarista político: se ve que es algo que le pilla lejos y sobre lo que tiene opiniones muy poco originales; y a veces parece que está pensando más en agradar a sus lectores -y me da que los lectores de La Vanguardia tienen un perfil sociológico burgués de centroizquierda nacionalista complaciente- que en entrar a fondo en las cuestiones de calado. Luego tiene un anticlericalismo primario, que te lo encuentras en tantos tontos columnistas de El País y no te sorprende, pero en él quieres pensar que no puede ser tan simplón: todos los curas son malos (y peores que los radicales islámicos), todos los papas son malos (menos Juan XXIII) y las hermanas de la Caridad son buenas y el Opus malo.
Me parece que para entender el tono desabrido de estos artículos hay que tener en cuenta la polarización de España esos dos años, después del 11M; ese tono tan poco habitual en él quizá se entienda un poco mejor así: yo me acuerdo de alguna entrada que escribí entonces en mi blog sobre cosas de política y me pongo rojo de vergüenza -menos mal que las borré.

8 comentarios:

  1. Muy de acuerdo. El articulista metido a crítico de la política es el que menos me gusta, en cambio el poeta y el novelista-diarista me encanta. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con tus apreciaciones, aun sin haber leído los libros de artículos. Trapiello es un tipo tan inteligente y honesto que no debería bajar a la arena política para soltar topicazo tras topicazo, él tan poco gregario. Ni que decir tiene que prefiero prescindir de su veta anticlerical -probablemente asumida en sus años mozos-, pero que a buen seguro, no se ha tomado la molestia de revisar. Definitivamente, me quedo con el genial autor de los diarios y el poeta, que me parece un tipo espléndido. Siento tirar de frase bíblica, pero, en A.T, como en todos, el trigo y la cizaña están mezclados.

    ResponderEliminar
  3. Interesa muchísimo lo que dices como argumento práctico a favor de la teoría de los géneros, tan discutible sobre el papel. Pero en cuanto uno baja a la arena literaria ve que algo tiene que haber en los géneros cuando los autores dan más o menos según en cual se expresen. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  4. Sí, de acuerdo con todos vosotros: no está el mejor Trapiello en esos artículos.
    De todos modos, sigue siendo muy grande, sobre todo en su poesía y en sus Diarios.
    Y dentro de poco va a sacar una versión actualizada de Las armas y las letras, aquel libro tan interesante sobre los escritores y la Guerra Civil.

    ResponderEliminar
  5. ¿Por qué tanta indulgencia con Trapiello? Su marcado sectarismo político es muy anterior al 11-M. En sus diarios tiene una entrada correspondiente ¡a las elecciones del 2000 en la que liga la presencia en un colegio electoral de una persona con síndrome de Down y la victoria por mayoría absoluta del PP! No entiendo ese empeño en buscar atenuantes o eximentes circunstancial a un rasgo de AT que es "estructural". Y, en cuanto a "Las Armas y las Letras", si bien es cierto que reconoce el valor literario de las obras de ciertos autores de "derechas", lo hace como si tuviera que pedir perdón y, de hecho, para hacérselo perdonar, incluye juicios políticos fulminantes que, desde luego, no aplica a los literatos de izquierdas que han sido compañeros de viaje o militantes activos del partido comunista.

    ResponderEliminar
  6. José Ramón, ¿me podrías indicar el diario y la página a que te refieres, para poder comprobarlo por mí mismo? Por lo que recuerdo, ha pegado estacazos y ha esquizado de modo favorable a políticos de ambos partidos mayoritarios. Por contradecir lo que dices tú, vuélvete a leer los diferentes retratos que ha dejado de Carrillo en sus diarios.
    No debes haber leído del mismo modo que yo ‘Las armas y las letras’, que se trata de un esfuerzo por poner a cada escritor envuelto o afectado por la Guerra Civil en su sitio, político y literario, procurando desenredar y desechar las mixtificaciones y sectarismos de los últimos 70 años (fíjate en lo que dice de Alberti o de Octavio Paz). Todo esto, cuando apareció fue escandaloso. Trapiello había comenzado su labor de recuperación de la memoria literaria de esa generación ya en los años 80, con su editorial Trieste, y le pusieron a caldo por barajar en una misma colección de escritores “españoles” a Gaya, Jiménez-Fraud, Sánchez Mazas y González-Ruano. Llamarle sectario podría ser una ilusión óptica. Por su novela ‘El buque fantasma’, en que cuestiona la lucha por la democracia de los universitarios antifranquistas de extrema izquierda que conoció, le han ninguneado durante años. Lo mismo, por lo que hizo con ‘La noche de los cuatro caminos’.

    ResponderEliminar
  7. No tengo a mano ahora el diario en cuestión, pero la cita es fiel. Me comprometo a aportarla y, desde luego, es fácil de hallar. En cuanto a lo demás, no puedo estar de acuerdo. Trapiello comparte la crítica de muchos personajes de izquierda ( entre otros los Semprun, Carlos especialmente) al sacrificio instrumental de los maquis por el Partido Comunista, que primero alentó la guerrila y luego la dejó languidecer, abandonando a su suerte a quienes la integraban. Eso subyace en La noche de los cuatro caminos y en sus críticas a Carrillo (que, por cierto, no es comunmente asociado a ningún "partido mayoritario", por mucho que sea, hoy en día, militante del PSOE), a quien es dable atribuir notoria responsabilidad en dicho episodio,como en otros muchos luctuosos de nuestra historia. Eso no convierte a Trapiello en un modelo de ecuanimidad. Puedo aceptar que sea "un poco" menos sectario que otros ( aunque en cualquier país que no fuera España sería sorprendente juzgar como un rasgo de valor y extrema honradez la publicación de obras de autores como González-Ruano o Sánchez Mazas), pero no por ello deja de serlo.Creo significativo que, cuando fue entrevistado en el cuaderno literario de la desaparecida "Chesterton", exigiera, por mucho que no viniera al caso, que se hiciera constar, expresamente, que era de izquierdas. Dicha exigencia es muy reveladora, al menos a mi modesto entender, de un evidente prejuicio ideológico, prejuicio que impregna muchas de sus páginas "mundanas", por así decirlo. Todo lo cual no le resta mérito alguno como poeta y prosista, desde luego.Lo triste es que el mero hecho de señalar ésto último (creo que lo hemos hecho todos los intervinientes en este blog) se convierta, cuando se aplica a autores de distinto sesgo ideológico, en algo admirable.

    ResponderEliminar
  8. Creo que el anticlericalismo quizás venga de la dificultad, de creer en algo y dirigir o manipular esta creencia ¿Es posible creer y manipular o dirigir a la vez?
    A parte los curas españoles de los años cincuenta eran mamporro y tiente tieso, muy bien integrados en el tufo cuartelero de la época. Tufo contrarreformista que sigue plenamente vigente.O ese aire de partido político que manda en la distancia. Ese querer mandar, tener poder! ¿Quieren ser los príncipes de este mundo?
    El sr Trapiello en alguna parte habla de ser católico en Inglaterra. Donde son pocos.

    ResponderEliminar