El Museo de Artes Decorativas de Praga, aunque no parecía muy apetecible de primeras -no sé por qué, pero siempre pienso en sillas rococó y cerámica de tacto rasposo cuando leo 'artes decorativas'- mereció la pena.
¡Aquella inquietante sala llena de relojes!
Y se dejaban ver la de tejidos (extraña foto postcristiana), la de cerámica -y había de la buena, ánforas griegas de figuras rojas incluso-, la del vidrio, otra de metales y piedras [preciosas], todas ellas para caminar por en medio sin pararse mucho, sólo dejar pasar los ojos, sin afán de almacenar datos.
Sobre todo disfruté en la zona de artes gráficas: cada vez me gustan más los libros por fuera [y eso sí que es un poco inquietante, pero dejemos eso del 'por fuera' por ahora], la tipografía, las fuentes. Había libros, carteles, folletos, portadas, testimonios de una tradición editorial admirable, de lo mejor de la tradición culta centroeuropea.
Y tenían una selección mínima de fotos, pero algunas de Sudek; y de ellas alguna de esas que hacía desde la ventana de su estudio, con lluvia, sol o frío, sobre todo frío, en esa Praga sovietizada que tuvo que sufrir al final de su vida. Y con qué poco se puede hacer una foto [esta en concreto es del Museo de Boston].
[Y descubro que se puede descargar el Catálogo de una exposición reciente en el Círculo de Bellas Artes].
Y en los demás museos de Praga tenían cosas prestadas de este museo -y me pareció muy buena idea- por ejemplo una vajilla diseñada por Loos en el Museo de Arte Contemporáneo o sillas y mesas del XIX entre los cuadros del Museo de idem.
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