domingo, 16 de agosto de 2009

Sobre la intención pura

De El Señor de Guardini otros dos textos:
¿Qué ocurriría si Dios reinase realmente en mí? (...) Su llamamiento me alcanzaría: yo sabría, estremecido y dichoso, que mi persona humana no es más que la manera en que Dios me llama y el modo en que yo he de corresponder a su llamamiento. (Rialp, 1958, p. 78)
O esto:
A nuestro modo de ver, el Nuevo Testamento dice lo siguiente: Aquella 'moral pura' alberga en su seno el germen de un orgullo inmenso y difícil de desenmascarar. Querer el bien únicamente por la dignidad del bien, de tal manera que sea el motivo exclusivo determinante de la acción, eso sólo Dios lo puede. Hacer el bien en la pura libertad del 'ser autónomo', adoptar en la bondad una actitud de realeza y generosidad y estar en ello en plena conformidad consigo mismo y en absoluta plenitud, esto sólo Dios lo puede hacer. El hombre moderno se ha apropiado este privilegio. Ha equiparado la actitud moral con la actitud divina. Ha determinado la actitud moral de tal manera que el yo, la personalidad, en que se origina, no puede ser más que Dios. Lo ha hecho presuponiendo tácitamente que el yo humano, que el 'yo en general' es realmente Dios. He aquí el fundamento del orgullo moral de nuestros días, exorbitante a la vez que difícil de captar.
La idea de recompensa es, por el contrario, una llamada a la humildad. (...)
La intención moral no ha llegado a ser nunca tan pura como en los santos, los cuales, olvidados por completo de su propia persona, no querían a Dios más que por Dios, pero sin pretender dar a esta pureza la acepción sublime que le atribuye la filosofía moderna, puesto que esta intencionalidad excelsa sólo es propia de Dios, por lo cual se libraron de ser víctimas del orgullo y del vértigo (p. 157-8).

1 comentario:

  1. Tiene gracia que también yo haya recogido esas dos citas del libro... bueno, no sólo esas dos.

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