miércoles, 3 de junio de 2009

Burgos/Orense en bucles (y 6)

Primero le eché las culpas de tantas cosas a mi tiroides, de cuando se declaró en rebeldía.
En Burgos descubrí otro problema moral del que librarme: mis dificultades para distinguir mi izquierda de mi derecha -y yo pensaba que era por ser zurdo- en realidad eran genéticas; mis hermanas me dijeron que les pasaba lo mismo, así que somos como los ninivitas.
Ya no me sentiré mal cuando me expliquen lo de tres calles a la izquierda, dos de frente y tres a la derecha y a continuación indefectiblemente me pierda: no es culpa mía, ¡es genético!

*Libro de Jonás 4.11: "¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?"

2 comentarios:

  1. A mí también me pasa. Menos mal que no es culpa mía, sino a la ascendencia ninivita que acabo de descubrir :)

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  2. ¡Oh! ¡Yo también soy ninivita! Lo descubrí en la autoescuela.

    Sin embargo tengo un gran sentido de la orientación. Mi tara se limita a girar hacia el lado contrario al que me indican y a verbalizarlo mal. Es decir, hay que dejarme ir y seguirme, que siempre llego, pero sin hacer caso a lo que pueda decir.

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