Del Festival de Músicas Contemplativas, aparte de lo de Haendel, estuve en el concierto que le Baroque Nomade, con el coro de la Catedral de Santiago, dio de las Vísperas de la Virgen de los jesuitas de China. Y me hacía mucha ilusión, porque me acordaba de lo de Battiato:
En el concierto fue impresionante ver cómo tocaban, sobre todo los instrumentos chinos: un tambor enorme, una especie de guitarra y sobre todo un a modo de violín de dos cuerdas. Y a pesar de eso y aunque los intérpretes lo hacían muy bien (los músicos, los cantantes y el coro), no me acabó de convencer el resultado: se suponía que lo interesante era la fusión de música barroca en el mar de la música china, pero la mezcla no acababa de cuajar: parecía un concierto de música étnica con partes barrocas.
Por resumir: cuanto tiraba a más barroco mejor, cuanto tiraba a más chino, peor. Y había tres solistas que a mí me gustaron mucho, y una mujer que cantaba y tocaba todo tipo de instrumentos; dos veces le dio al gong: y aquello tenía una sonoridad tremenda en san Martín Pinario.
Y el Viernes Santo, en las Clarisas, un concierto de gregoriano de la capilla del Hofburg de Viena, dirigidos por un benedictino, el catedrático de gregoriano de la Universidad de Viena nada menos. Los cantores cantaban tremendamente bien.
Y fue una hora y media sin concesiones, en una composición facticia a base de antífonas que recorrían la vida de Cristo hasta su muerte. Todo muy bien pensado, todo muy benedictino, muy cerebral, demasiado. Y pesado, hay que decirlo: sólo cantaron un himno, no hubo concesiones a la galería. Aquello era un ejercicio intelectual de alto nivel que el 99% de la gente no pudo entender, porque no saben latín.
Grandes multitudes en estos conciertos. En los oficios, poca gente. Corren a oír música religiosa sin entender los textos (y la organización ni se preocupa de ponerlos en los folletos que entregan), como -voy a pensar bien- si buscaran a Dios entre la niebla, aunque sepan que ha muerto.
Gesuiti euclidei / vestiti come dei bonzi per entrare a corte degli imperatori /della dinastia dei Ming.El viaje de los jesuitas a Japón y China es uno de los episodios más fascinantes de la historia universal. Y son fascinantes los problemas que se plantearon allí, por ejemplo eso que ahora llaman la inculturación y que uno no sabe muy bien todavía cómo se come.
En el concierto fue impresionante ver cómo tocaban, sobre todo los instrumentos chinos: un tambor enorme, una especie de guitarra y sobre todo un a modo de violín de dos cuerdas. Y a pesar de eso y aunque los intérpretes lo hacían muy bien (los músicos, los cantantes y el coro), no me acabó de convencer el resultado: se suponía que lo interesante era la fusión de música barroca en el mar de la música china, pero la mezcla no acababa de cuajar: parecía un concierto de música étnica con partes barrocas.
Por resumir: cuanto tiraba a más barroco mejor, cuanto tiraba a más chino, peor. Y había tres solistas que a mí me gustaron mucho, y una mujer que cantaba y tocaba todo tipo de instrumentos; dos veces le dio al gong: y aquello tenía una sonoridad tremenda en san Martín Pinario.
Y el Viernes Santo, en las Clarisas, un concierto de gregoriano de la capilla del Hofburg de Viena, dirigidos por un benedictino, el catedrático de gregoriano de la Universidad de Viena nada menos. Los cantores cantaban tremendamente bien.
Y fue una hora y media sin concesiones, en una composición facticia a base de antífonas que recorrían la vida de Cristo hasta su muerte. Todo muy bien pensado, todo muy benedictino, muy cerebral, demasiado. Y pesado, hay que decirlo: sólo cantaron un himno, no hubo concesiones a la galería. Aquello era un ejercicio intelectual de alto nivel que el 99% de la gente no pudo entender, porque no saben latín.
Grandes multitudes en estos conciertos. En los oficios, poca gente. Corren a oír música religiosa sin entender los textos (y la organización ni se preocupa de ponerlos en los folletos que entregan), como -voy a pensar bien- si buscaran a Dios entre la niebla, aunque sepan que ha muerto.
Magnífico el título y el último párrafo. No hace falta comentarlo.
ResponderEliminarMio Dio!
ResponderEliminar¿Y qué hacía un benedictino fuera de su monasterio un Viernes Santo?
El "concierto" gregoriano no sirve como coartada; San Martín Pinario, tampoco.
Le dicen a Venancio Fortunato que llegaría un día que sus obras iban a servir para distraer y amenizar y no para alabar y rezar...y se da de cabezazos.
O tempora, o mores (con permiso, si me dejas decirlo).
p.s. Tú rezarías, ¿no?
p.p.s. Díme que sí, que si no me doy yo también cabezazos (tengo Santo dos croques privado, para mis urgencias).
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Hay que decir que el 'concierto' estaba muy bien preparado para que se pudiera meditar (y rezar) en él, pero hacía falta conocer los textos (me temo que la mayoría de la gente no sabía latín y nadie se los dio). Yo intenté rezar, sí, aunque me despistaba pensando en estas paradojas de las multitudes que oyen gregoriano como podrían oír cantos sufíes. Y que podrían haber asistido al lado a los Oficios de las Carmelitas (que cantan muy bien) y que no se les pasa por la cabeza ir.
ResponderEliminarParadojas.
Recuerdo que estando en la Universidad (he de decir que estudié en la Politécnica de Madrid) hicieron en el salón de actos una proyección del concierto de la Misa de la Coronación de Mozart en el que Juan Pablo II celebraba la misa y Karajan dirigía a los músicos.
ResponderEliminarPor aquello de pillar un sitio decente llegué con un amigo con bastante tiempo de antelación. Al final no llegábamos ni a una docena los que fuimos, así que, por aquello de no estar cada uno en una esquina, nos juntamos en las primeras filas, aunque no fuera el mejor sitio ni visual ni sonoramente hablando.
Disfrutamos del vídeo y, cuando terminó, hubo quien preguntó por qué no habían pasado la parte de la misa, "si no formaba parte del concierto".
Se hizo un silencio incómodo. ¿Quién podía decir que la misa no forma parte de una misa?
Yendo al tema, yo no sé latín pero, del mismo modo que no sé alemán y disfruto con la Pasión según San Mateo de Bach, me gusta disfrutar con cualquier otra misa que esté en latín, aunque esté perdiéndome el 50% de la obra. Sin duda proporcionar los textos es la solución, pero entiendo que no debe ser fácil (ni barato) editar un libreto con todos los textos.
Ángel, un cariñoso saludo, y felices Pascuas a todos.
Pero Venturetto, la Misa de la Coronación de Mozart y la Pasión según san Mateo son hermosas incluso si no entiendes las letras. El concierto de gregoriano, en cambio, no tenía las composiciones más agradecidas; estaba hecho con un sentido intelectual, no al alcance de la mayoría de la gente, en mi caso por falta de apreciación musical y en el de muchos otros, porque no entendían el sentido de los textos.
ResponderEliminarPensando que estamos en retirada, la víspera del domingo de Ramos me sorprendí escuchando un coro aficionado y de "paisanos" ya mayores, pero medianamente afinado, en una minúscula capilla cerca de donde tienes la suerte de vivir. Agitaban sus ramos de olivo cuando el cura los bendecía y participaban en la celebración. Escándalo y necedad para muchos, pero que siga "siendo". Espero que las razones humanas no sean las que digan la última palabra.
ResponderEliminarSaludos de un paisano en la diáspora
Ángel, me vuelves a pillar.
ResponderEliminarDe canto gregoriano ando pez, pero supongo que, aunque haya gente que acuda "por moda", también habrá quien perciba el tono espiritual más allá del rezo.
Pero, por supuesto, te doy toda la razón.
No, Venturetto, si admiro a la gente que fue a oír el gregoriano y estoy seguro de que fueron por auténtico interés (aunque si hubiera habido un parón, seguro que la mitad de la gente se habría marchado).
ResponderEliminarLo que pensé allí fue que el gregoriano no es una música para oírla, sino para cantarla. No es algo que se pueda 'oír', sino en lo que se debe participar. A ver si le doy alguna vuelta más a la idea
"El gregoriano no es una música para oírla, sino para cantarla"
ResponderEliminarQué grande eres. Desde luego el rezo no es algo para ser visto, sino practicado.