martes, 2 de diciembre de 2008

Celanova y Bande (5 de 6)

Antes de que desapareciera, le preguntamos al hada madrina dónde podíamos ir a comer y nos decidimos por Lobios, ya al lado de la frontera con Portugal. No llegamos a pasar, pero el paisaje era grande: embalse, montes y colores de otoño apagados y variados.
Comimos en el Restaurante Lusitano: muy grata conversación.
Y luego volvimos a Bande, a ver el yacimiento de Aquis Querquennis:


Parte del año está cubierto por un embalse: es un campamento romano excavado en parte y al que han ido restaurándole las construcciones a partir de los cimientos a ras de suelo: y ahora se puede ver los barracones de los soldados (los contubernia), los horrea sobre pilares cuadrados, y un hospital en el centro. Merece la pena y es un paseo muy agradable desde el Centro de Interpretación, construido a lo grande, buen sitio para excursiones de colegios; yo me acordé de un amigo que podría haber dado buenas orientaciones, porque la exposición era demasiado densa, con muchísimos textos.
De paseo por la tarde fresca, pero con sol, continuamos hasta otros restos cercanos: una mansio, un lugar de mantenimiento de la vía romana que pasaba por allí.
Al lado había una especie de estanques de agua caliente, con gente allí sentada, como si estuvieran en la bañera de su casa: era un poco raro verles así, aunque daba envidia, claro. Les debió de resultar violento que llegásemos, porque vinimos a la vez que una excursión de treinta jubilados, que rompieron la armonía idílica del baño calentito: ¡salían burbujitas del agua!

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