La máquina de algodón de azúcar rosa que han puesto al fondo del valle, entre el monte Pedroso y mi casa, empezó a funcionar a las ocho y pico.
Todavía a las siete estaba sola una luna muy grande y había cubierto todo de cal y plata.
Pero a las ocho empezaron a salir las nubes por la zona de la carretera de santa Comba y la máquina las iba poniendo rosas, con ayuda de la Aurora cómplice.
Y taparon la fila de liquidámbares de detrás del Colegio Mayor Xelmírez y uno no podía ver las hojas amarillas, rojas, algunas todavía verdes, pero de verde cada vez más pálido.
¡Estas nubes envidiosas!
Envidiosa yo: vaya belleza qué has descrito y qué bien lo has escrito.
ResponderEliminarTe sales. Qué peazo presidente de la AA.
ResponderEliminarQué trama, cuánta acción y colorido, : cal y plata, Auroras cómplices, nubes envidïosas...
No obstante, por un momento, al leer lo de "la máquina de algodón de azúcar rosa que han puesto al fondo de valle" (que es genial), me acordé del aire color caramelo (que también lo es), y me preocupé. Es el ramalazo maternal, no puedo evitarlo, perdona si molesto, pero ¿tú desayunas como Dios manda? ¿El azúcar bien?
¿Liquidámbares? Gracias por ponerme en situación de ir al diccionario.
ResponderEliminarSaludos.
Oh.
ResponderEliminarImpresionante. Ángel, eres un crack. Porque hay que ser crack para decir las cosas así. Mi madre se pone muy contenta cuando le mando enlaces de tu blog y hablas de la Aurora. Siempre le ha gustado mucho su nombre.
ResponderEliminarBravo.
ResponderEliminarTe sales. Tiene razón Cristina.
ResponderEliminar