martes, 21 de octubre de 2008

Me aireo

Quedamos en Cervantes. Otra vez se demostró lo buena gente que es la que visita este blog: no nos conocíamos de nada más que de este lugar virtual, algunos correos y también de visitar yo su blog (excelente: ¡del top gallego!) y resultó, en el mundo real -como es ya experiencia gozosamente repetida- una gran persona. Y puesto a darlo todo en este tema de la captatio benevolentiae de los que os pasáis por aquí, pues que qué gente más buena me lee, es increíble esto. Y que espero repetir la prueba con más gente de la que pasa por aquí y que ahora o en el futuro se materializará en un ser real, con sus defectos, tartamudeos, gordos quizá como yo ahora (o no), un no saber qué decir al principio o todo lo contrario.
Y este amigo venía con un amigo, los dos de arte, con la carrera fresca y muchas ganas de entender qué es eso en lo que se metieron, si lo que les dijeron en clase es la última verdad o todo es una gran mentira. Por eso iban, como yo, con curiosidad a la presentación del Manifiesto hartista, aunque con prevenciones, que no quedaron desterradas porque el misterio del arte no se resuelve en un manifiesto, por sensato que sea.
Y de camino me quisieron enseñar una vista de la Catedral distinta, desde el estudio de una amiga en la rúa Nova, pero la amiga no estaba y me quedé con las ganas, que uno no acaba de perderlas de verla desde todos los puntos de vista, tan secreta y varia es. Y nos cruzamos con el mismísimo Patxi López y yo hice como si me pareciera normal.
Y llegamos al sitio donde tenían el acto. Había diez personas; pasaron cinco minutos y ya hubo una mínima masa crítica: 25, vamos a poner. Había varios medios de comunicación, fotógrafos que entraban y salían, preparativos de unos premios de rock en el pasillo, niños que chillaban de una manera inenarrable junto a la puerta (problemas de organizar algo en un centro sociocultural).
Leyeron el manifiesto: yo quería pensar que el griterío infernal era de los demonios, que se revolvían al descubrirse su impostura.
Leyeron El traje nuevo del emperador, de Andersen. Maravillosos dibujos de una de las firmantes del manifiesto. Pequeño debate; yo me había planteado sacar a colación los nombres de Ramón Gaya, Enrique Andrés Ruiz y Andrés Trapiello, pero en aquella baraúnda mejor pasar a la performance final: tortillas y vinito consumido en alegre compañía.
Saludé a dos de los firmantes del manifiesto. Muy buena gente. Me volvieron a sacar el tema del latín, que a mí ya me aburría (hasta el día siguiente, que me cabreé al leer la noticia de La voz de Galicia; al final lo han corregido en el manifiesto, se lo agradezco).
Y a la salida, los del concurso de rock se estaban pimplando unos pinchos de diseño (a cuenta de todos los contribuyentes) y no parecía que el mundo hubiera cambiado: seguía igual que antes.

2 comentarios:

  1. Acabo de leer el Manifiesto y me parece una idea muy interesante y acertada. Suscribo prácticamente todo lo que dicen. A ver si no se queda en simple brindis al sol y consiguen moverse un poco, hacer cosas, destapar la estúpida mentalidad oficial... Si desde aquí (Madrid) puedo ayudar en algo, que cuenten conmigo.
    Lo del Top Ten gallego es cierto. En una Champions de blogs tendríais bastantes oportunidades. Me imagino a Mabalot vestido de crack, de Messi o así, Juanjo diseñando estrategias y Portorosa metiendo goles con la cabeza, de palomero. Sólo por veros uniformados en pantalón corto pagaría (no por lujuria, sino para reírme un rato).
    Un saludo.

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  2. Yo ni me enteré cuando pasó Patxi López...
    Las ilustraciones del cuento estaban muy chulas aunque no me gustó el cuentacuentos, me ponía un poco nervioso. Me ha gustado mucho la entrada, es recíproco.

    pd/25...que generosidad

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