viernes, 1 de agosto de 2008

Pañales y paño

Otro borrador al que saco a la calle más bien desnudo. La idea era enlazar la descripción de un sacerdote que ahora está en Jerusalén (y al que conocí antes de serlo) de una tradición de Nochebuena en Belén con dos entradas mías anteriores (una y dos) sobre los pañales y con el comentario que hizo cb a propósito del paño de pureza de Jesús en aquel cuadro de van der Weyden.
Gran entrada hubiera sido, si la hubiera sabido desarrollar, pero algo se entrevé en este croquis.

1 comentario:

  1. Caramba, Arp, ¿tendremos algún antepasado común por parte de madres? (porque de padres, entre lo vasco -que acabo de leer- y lo alemán, parece más difícil). Si sumamos al tema de la Aurora, el de los trapos, tenemos que ser primos terceros o cuartos.
    Hay una relación misteriosa entre las mujeres y los trapos o los paños, que no tiene que ver con que seamos presumidas y nos gusten los modelitos, o sí, pero no sólo. Algo que tiene que ver con el pudor, y con el cuidado de los otros y con el amor... y, a veces me parece como a ti, con un sentido profundo que no capto. Como si arrancara del Génesis: parirás hijos con dolor y necesitarás y vivirás pegada a los trapos toda tu vida. Y pienso en que "se dieron cuenta de que estaban desnudos" y entretejieron unas hojas de higuera para taparse (me juego el cuello que lo hizo ella), y en el niño parido con dolor tiritando de frío que correría Eva a tapar, y en que la mujer no puede vivir sin trapos -¿lo diré?- unos cuantos días al mes (que, ya metidos en inconveniencias, siempre pienso en eso con horror cuando veo las imágenes de los campos de concentración, en esa humillación añadida para las mujeres).
    Y el asunto del ajuar es el mismo, la mujer que va con sus trapos: sus sábanas, sus manteles, sus visillos, sus toallas, siempre envolviendo, cubriendo, vistiendo, abrigando...y limpiando.
    Por eso la Virgen puede envolver al Niño, porque viajaba con paños, y por eso la Verónica puede limpiar el rostro de Jesús; y hasta la Magdalena, que estaba echada a perder, no tiene paño, pero utiliza como tal lo primero que encuentra, que es su melena.
    Y después está la túnica que le quitan y se rifan, que habría que saber cómo eran los telares y si las tejían tejedores o pudo tejerla su Madre, y su dolor al verlo expuesto y no poder cubrirlo. Y al final, otra vez los lienzos o las tiras de tela que tan minuciosamente describe san Juan, en las que lo envuelven esta vez dos hombres...
    Y hasta podemos pensar en el velo del templo, que no era un velo sino un cortinón grueso como un muro que tejían las vírgenes. Hay un texto apócrifo sobre la presentación de María en el Templo, que cuenta que pasa a formar parte de estas tejedoras y que, al repartir los colores de los hilos, a ella le asignan el púrpura y el escarlata, los colores que representan al Niño divino que tejerá en su seno...

    Como ves, para empezar y no acabar. Un abrazo y que te guste Bratislava.

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