lunes, 21 de julio de 2008

Vanitas platonica

En el mito (o alegoría) de la caverna habla Platón de unos hombres encerrados al fondo de una cueva desde pequeños, atados de pies y manos y con la cabeza fija cara a la pared. Detrás y arriba, pasan unos hombres por un pasillo transversal con objetos en la cabeza (con formas de animales, de objetos, de personas), que producen sombras en la pared; hay un fuego detrás, más arriba todavía, que en cambio no refleja a los hombres que llevan esos objetos porque hay un tabique a la altura de la cabeza de esos porteadores.

A uno de los prisioneros le sacan de la cueva (ese es otro tema) y descubre el mundo exterior y una luz más pura. Podría quedarse tan contento allí, pero a pesar de todo vuelve (y también ese es otro tema). Y esto es lo que dice Platón, en una frase que para mí ha sido como ácido clorhídrico respecto a la erudición positivista:
τιμαὶ δὲ καὶ ἔπαινοι εἴ τινες αὐτοῖς ἦσαν τότε παρ΄ ἀλλήλων καὶ γέρα τῷ ὀξύτατα καθορῶντι τὰ παριόντα͵ καὶ μνημονεύοντι μάλιστα ὅσα τε πρότερα αὐτῶν καὶ ὕστερα εἰώθει καὶ ἅμα πορεύεσθαι͵ καὶ ἐκ τούτων δὴ δυνατώτατα ἀπομαντευομένῳ τὸ μέλλον ἥξειν͵ δοκεῖς ἂν αὐτὸν ἐπιθυμητικῶς αὐτῶν ἔχειν καὶ ζηλοῦν τοὺς παρ΄ ἐκείνοις τιμωμένους τε καὶ ἐνδυναστεύοντας͵ (Resp. 516c-d)
Los honores y elogios que se conferían unos a otros y la honra que daban al que veía con más detalle las sombras que pasaban y se acordaba mejor de las que solían aparecer primero y al final y de las que aparecían juntas, y sobre todo al que adivinaba mejor las que iban a aparecer, ¿qué te parece, que él [el que había salido de la caverna] los iba a desear y que tendría envidia de los que recibían honras entre ellos y eran los más influyentes?

6 comentarios:

  1. Qué buen título, porque de la vanitas ahí no salimos, sólo vamos de la vanitas de los ignorantes mirasombras a la vanitas de los filósofos mirasoles, que ésa sí que tiene tela.
    Pero qué texto tan inagotable, y cuánto se acerca a lo único que acaba con las vanidades, porque es puro don, sin Academia y sin méritos, casi cuantos menos mejor.
    Hay por ahí otro parrafito impresionante en el que dice que los presos creían que las sombras hablaban, sin darse cuenta de que las voces no eran de las sombras y, fíjate, ni siquiera de los objetos que las hacían, sino de los que llevaban los objetos... Ahí está pegando el triple salto mortal , pero... la Idea del Bien sigue siendo una idea.
    Yo creo que Platón sabía que por mucho que se acercase a la boca, no había salida de la caverna; y la única que había, la del don de Dios, que es la que convierte la vanidad en vergüenza y agradecimiento, no la conocía.

    A propósito, ¿has leído el discurso de BXVI en la vigilia del sábado? ¿Imaginas a Platón en el pozo de la Samaritana, él, siempre buscando, qué conmocion? ¿o entre el público del Areópago cuando va San Pablo?

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  2. A mí lo que dice de mirar al sol directamente todavía me descoloca: cómo puede decir eso y quedarse tan ancho.
    Y se me olvidó lo de las voces, pero es genial, el detalle que falta: sombras reflejadas que hablan, pero con voces distintas, ¿aleatoriamente?
    Gracias, cb, por este gran comentario. Me tengo que leer los textos de Benedicto XVI en Australia.

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  3. Arp, por favor, que parecemos presos.

    De las voces, lo que yo entendí es que los presos adjudicaban la voz del señor que lleva cada cosa (y sería un señor con su voz por cosa, claro, que, si no, menudo lío) a la sombra de la cosa. Y que Platón dice que quien habla no es la sombra, no es la cosa, es lo que lleva la cosa (eso que está detrás del tabique y ni siquiera hace sombras).

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  4. Yo lo que recordaba es que cuando pasaban unas veces hablaban y otras no, aleatoriamente.
    [... miro el texto]
    Visto el texto, dice que unos hablan y otros no y ya está. Yo me había hecho la película de que todo era más aleatorio, pero sí, si fuera así, sería el caos y más bien en lo que quiere insistir Platón es en lo del conocimiento de rebote, no en la arbitrariedad.
    Uf, qué descanso, no era tan tremendo como pensaba.

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  5. Impresionante diálogo el que entabláis, y en el que me atrevo a terciar después de haberme leído el Libro VII de La República, para refrescar la memoria. Creo que es verdad que lo de las voces no es aleatorio; literalmente dice, al menos en mi versión, "entre estos portadores (de estatuas de hombres y de animales) habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados". Añade más adelante, que si la pared hiciera eco, los prisioneros continuarían creyendo que esas voces provienen de las sombras proyectadas por los objetos, para acabar coligiendo que "los tales (prisioneros) no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados".
    Lo importante es que la atribución de la voz por parte de los prisioneros, no se hace correctamente, o al menos, no se hace a la sombra del objeto acarreado por el hombre del que proviene la voz -su causa eficiente-, sino que se hace sin ton ni son, a cualesquiera de las sombras chinescas proyectadas en el muro, en un guirigay ininteligible. Ésa es la caricatura del conocimiento humano rudimentario e incipiente que hace Platón.

    Por eso sí que creo que tiene razón Arp cuando apunta la aleatoriedad (y parece que me contradigo, pero no); en el fondo, alejado de la sustancia, y viviendo en un mundo ideal, el conocimiento carece de la más mínima consistencia; como la relación torpemente trabada por los prisioneros, entre las voces que oyen detrás (cuyos sonidos ni siquiera entienden, aunque ésa es otra cuestión) y las sombras de la pared situada frente a ellos.

    Estoy de acuerdo en que Platón, en el fondo, sabía que no había salido de la caverna, y que el "salto" lo pega Aristóteles con la Metafísica. Aunque ésa es también otra historia, y ya es muy tarde para hincarle el diente.

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  6. Gracias, Verónica. Creo que, con eso de que las voces en realidad provienen de alguien oculto e invisible (que no proyecta sombra), imaginé un esbozo de teoría del lenguaje donde no se trataba más que de resaltar el guirigay, como muy bien dices.

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