sábado, 5 de julio de 2008

The chatting society

Via Zenit, este texto de Rainiero Cantalamessa, el predicador del Papa: El orgullo intelectual, ceguera espiritual: explica la paradoja de que los más sabios sean los que menos creen, algo que ya dijo Jesús y que recordó san Pablo.
Algunas frases [negritas mías], aunque es difícil seleccionar; merece la pena leerlo entero:
-Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido (Mateo 11.25). Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios (1 Cor 1.26).
-Los sabios y los inteligentes se quedan alejados de la fe, con frecuencia ven con pena a la muchedumbre de los creyentes que reza, que cree en los milagros, que se agrupa alrededor del Padre Pío. (...) no son todos (...), pero ciertamente es la parte más influyente (...), la chatting society, (...), la sociedad que tiene acceso a los grandes medios de comunicación.
La cerrazón a toda revelación de lo alto, y por tanto a la fe, no es causada por la inteligencia, sino por el orgullo. Un orgullo particular que consiste en el rechazo de toda dependencia y en la reivindicación de una autonomía absoluta por parte del pensador.
Se esconde tras la trinchera de la palabra mágica "razón", pero en realidad no es la famosa "razón pura", que lo exige, ni una razón "soberana", sino una razón esclava, con las alas recortadas.
(...) el pensamiento moderno, después de Nietzsche, ha sustituido el valor de la verdad por el de la búsqueda de la verdad y, por tanto, de la sinceridad.
Mientras la persona está en búsqueda ella es al protagonista, dirige el juego. Una vez encontrada la verdad, la verdad tiene que subir al trono y el buscador debe inclinarse ante ella y esto, cuando se trata de la Verdad trascendente, cuesta el "sacrificio del intelecto".
Jesús repite también a tantos inteligentes y sabios honestos que hay en el mundo de hoy su invitación llena de amor: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os daré ese alivio y esa paz que buscáis en vano en vuestros atormentados razonamientos.

4 comentarios:

  1. A raíz de la impresionante predicación de Cantalamessa, me viene a la cabeza el clamoroso silencio que ha rodeado estos días la noticia de la liberación de Ingrid Betancourt. Ya se ha comentado en otros lugares: nadie, en ningún sitio, ha dicho nada a propósito de las primeras palabras pronunciadas por esta mujer, referidas a Dios y a la Virgen. Una vez más -pero esta vez, de manera vergonzante y descarada-, la "chatting society" se ha quedado muda, y parafraseando el famoso libro de Jean Guitton, ha pretendido inútilmente guardar "silence sur l'essentiel".

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  2. Verónica, son muy interesantes los análisis en Scriptor sobre el tratamiento de la noticia: aquí y aquí

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  3. Gracias, Arp. Las homilías y las charlas de Cantalamessa son riquísimas siempre. Hay una estupenda, de la Cuaresma de 2007, en la que relaciona la bienaventuranza de los mansos con las teorías de Girard. Y las últimas ante Juan Pablo II, sobre la Eucaristía a la luz del Adoro te devote (Adviento 2004-Cuaresma2005), son para releerlas una y otra vez.

    Es una de las cosas que más rebelan -será el orgullo del que tan difícil es desprenderse-, esa pretendida superioridad intelectual de los que rechazan la fe sobre los creyentes, la mirada por encima del hombro de los listillos autosatisfechos. Dan ganas a veces de desatarse en plan Bloy:
    "-Sepa, señor Léon Bloy, que yo soy ateo y materialista.
    -¡Qué bien hombre, estoy encantado de saber que estoy en presencia de un imbécil!" (Diarios.14.3.1895)

    Supongo que es a eso a lo que se refiere con lo del "sacrificio del intelecto", a cargar con el mochuelo humildemente y a no insultar que está feo. Como hace el Papa: pocos intelectos como el suyo y no se despacha contra los cuatro cenutrios que impidieron su discurso en la Sapienza como si fuera un desdoro, y que no habrían sido capaces de seguirle en un diálogo más allá de cinco minutos.

    Por cierto, también para leer despacio, su homilía en el inico del año paulino: "En un mundo en el que la mentira es potente, la verdad se paga con el sufrimiento...No hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia de sí mismos, de la transformación y purificación del yo por la verdadera libertad..."

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