Muy interesante comentario de Antón -y tan sencillo y evidente que tiene que ser verdad- sobre el origen de la fórmula homérica vinoso ponto: como el mar refleja el color del cielo, el mar color de vino (literalmente, que se ve como vino) tiene que deberse a un cielo de aurora o de ocaso. Yo había estado mirando ayer el hipercomentario de Latacz, pero no decía nada (demostración a contrario, entonces).
Moraleja: si quieres ser filólogo, pasea. Me acordé de lo que nos contaba un profesor de que Nilsson, el gran estudioso de la religión griega clásica (aquí dos libros suyos en línea), había aplicado su experiencia de su vida en el campo a las explicaciones sobre los ritos de Deméter, con grandes resultados.
Y tenía por ahí hace dos meses apuntada la etimología de Aurora: *h2eus-ōs. Y así griego *ἀϝώς y latín con la raíz alargada en ā (la laringal h2e>a y en griego la s entre vocales se pierde, mientras que en latín pasa a erre). Es interesante también que de la misma familia sean las palabras referidas al este: latín australis y alemán Ost.
En resumen, que el país preferido de los Amigos de la Aurora no puede ser otro que Austria (en alemán Österreich) y en menor medida Australia.
Embriagador el comentario de Antón. Gracias a ambos.
ResponderEliminarExcelente. Dos apuntes no para los amigos de la aurora, sino para los del atardecer:
ResponderEliminarBorges: "Era una de esas tardes que parecían amanecer" (lo tengo en la memoria, pero no sé si es apócrifo).
La mejor de las cuatro últimas canciones de R. Strauss está dedicada al ocaso, noche roja: Im Abendrot
¡Qué fuerte! He estado a punto de "dejarte" un comentario absolutamente malintencionado en el blog de ése que se llama como tú y que escribe sobre el Retiro; casi no me fijo en que realmente no eras tú...
ResponderEliminar¡Uau! Gracias.
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