No creo en la vida después de la muerte, así que por suerte no tengo que pasarme la vida temiendo al Infierno, o para el caso, temiendo aun más al Cielo. Porque, sean cuales sean las torturas que haya en el infierno, creo que el aburrimiento de estar en el Cielo debe ser todavía peor.
Es decir, no cree en el cielo ni en el infierno, pero cree que el Cielo es más aburrido.
En cambio Xoel, el factotum de Deluxe, en su último disco, Reconstrucción, tiene una canción sobre el cielo; parece burlesca, con un tonillo de música de órgano, pero la letra me cayó en gracia:
Ojalá sea verdad que existe el cielo en realidad,
quién tuviera fe en cada poro de la piel;
si creer es imaginar lo que no podemos saber,
ojalá sea verdad todo lo que no se ve.
Que cuenten conmigo, llegado el momento:
que juzguen mis actos, a eso no le tengo miedo.
Si es verdad todo lo que dicen sobre él,
ojalá que exista el cielo y yo acabe allí también,
ojalá que exista el cielo para volver a saber.
Así de primeras, parece que a Asimov le han contado una versión aburrida de lo que es el cielo (o el quiere creer que es así) y a Xoel una divertida. Uno no quiere ir, al otro le gustaría ir, aunque quizá le parece como el país de cucaña, un país de cuento e irreal.
Dejando de lado esa descripción simplona de la fe (imaginar lo que no podemos saber: parece que es más una frase para que cuadre en la canción que fruto de un análisis profundo), Xoel ya tiene el camino recorrido en gran parte: para llegar a un sitio hay que querer ir; a ese sitio se llega más por la fe (en el buen sentido esta vez, la confianza: si es verdad todo lo que dicen sobre él) que por los méritos (voy a interpretar en el mejor sentido la frase: que juzguen mis actos, a eso no le tengo miedo).
Creo que Benedicto XVI nos da una clave interesantísima en la Spe Salvi, cuando cuenta en el número 7 la evolución habida en la exegesis del célebre texto paulino (fe es la sustancia de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve). Me llamó la atención que, tras pasar dicha definición por la versión de Lutero que, en una visión puramente subjetiva que desvirtúa el sentido originario de la frase, tradujo esa "substantia" latina (del griego "hypostasis"), por "certeza" o "firmeza" -en suma, solipsismo puro: yo, mi, me, conmigo-, la más moderna exegesis protestante al parecer está de acuerdo en que dicha traducción se aparta del sentido genuino de la frase. Y llegados a este punto, hace una de las afirmaciones más luminosas del texto:
ResponderEliminar"(La fe) nos da ya algo ahora de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una "prueba" de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro "todavía-no". El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras".
La fe no es un puro imaginar lo que no podemos saber, que dice la letra del tal Xoel. La visión de la fe que nos brinda el Papa, como fuerza de atracción al presente de las realidades que están aún por venir("todo es posible para el que tiene fe") me ha abierto a mí personalmente un mediterráneo.
Y también el mismo Benedicto XVI, cuando en su "Jesús de Nazareth", comentando el Padrenuestro, a propósito del "Hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo", viene a decir algo así como que "Cielo" es allí donde se cumple la Voluntad de Dios, y que, en este sentido, Jesús mismo es el Cielo, porque en El se da pleno cumplimiento a esa Voluntad. El Cielo es estar con Jesús, y aquí ya le tenemos, si bien no le vemos "cara a cara, sino como en un espejo, en enigma" (San Pablo), sacramentalmente podríamos decir, y también por la gracia... (Me estoy yendo, pero es que esta entrada da mucho juego).
No sé si Asimov entenderá todo esto...
Para llegar a un sitio hay que querer ir.
ResponderEliminar¿Viste Ratatouille, la película de animación para chicos? Hay un pasaje un tanto intrascendente que me dejó pensando mucho tiempo.
El joven Linguini se presenta al restaurant de Gusteau con una carta de su madre, la que fuera la novia de Gusteau cuando ambos vivían.
El nuevo Chef al mando del restaurant de Gusteau, Skinner, no recordaba que la madre del joven había muerto y mete un poco la pata (lo cual no le importa porque es un tipo malo). Alguien le hace recordar que la madre del joven murió y Skinner se disculpa y dice que lo siente. Pero atención a la respuesta del joven:
- Ella murió.
- Oh, lo siento.
- No lo haga. Ella creía en el cielo, así que allí debe estar.
Esto que puede parecer una estupidez, una simplonería (la verdad es qué no se cuál es la intención del guionista o lo que quedó de su versión después de la traducción), es una verdad muy profunda.
Confundes en ese párrafo de Asimov el creo (I believe) con el creo (I think). Uno es el "creo" de creyente, y el otro el "creo" de opinante. No se puede sacar conclusión equiparándolos.
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