Ayer volví a mostrar mi intolerancia con el arte contemporáneo (salvé en parte a Macchi), pero de lo que quería haber hablado era del gallego. Y aprovecho para dedicarle esta entrada a la Mesa por la Normalización Lingüística, que yo en broma llamo Comisariado para la Nazificación Lingüística, para que se puedan sentir perseguidos a gusto.
Cuando llegué a Galicia mi actitud hacia el gallego era positiva: quería aprenderlo. Pronto descubrí dos cosas: 1. que no era nada fácil estudiarlo, por su parecido al castellano y porque existía la ficción de que todo el mundo lo sabía (basta oír hablar el gallego a Touriño, Feijoo y Quintana para comprobarlo) y 2. que la gente del entorno de mi Facultad (donde se concentra gran parte de la intelligentsia normalizadora) lo usaba como un arma.
Yo no quería mimetizarme así y tampoco tenía tiempo para estudiar el gallego normalizado facilísimo-dificilísimo, con una ortografía que corrigen cada pocos años, cambios continuos de normas que sumen a la gente en la confusión, palabras que existen y luego son proscritas (como non embargantes, que usaba todo el mundo cuando llegué y ahora está prohibida; hace tres años la Real Academia Gallega lanzó grazas y desaparecieron graciñas -la palabra de la gente normal- y gracias), otras que son condenadas por castellanas (ejemplo chusco: no se puede decir tebeo, hay que decir banda deseñada, traducción del francés) y pronto empezó a no apetecerme aprenderlo (tampoco había cursos, sólo unos para guiris a las 8 de la mañana), ese gallego de laboratorio que había caído en las manos de filólogos que se pasaban el día remozándolo: habían recogido un corderito que balaba lastimero y lo habían convertido en un carnero de diseño, con cuernos de marfil.
Mi idea actual: a mí me da igual que el gallego se muera: yo amo las lenguas muertas. Si el gallego se muere, que se muera. Todos nos moriremos. El gallego es un idioma, no una persona.
Y consejos que no querrán que les dé:
1. no obliguen a la gente a hablar gallego.
2. no obliguen a la gente que habla gallego a hablar su gallego puro de filólogos frankensteiniano.
3. no obliguen a los niños a estudiar en gallego.
4. no obliguen a los profesores a enseñar en gallego.
Sólo una palabra: libertad. Que hable, escriba, pìense en gallego el que quiera, pero que no nos obligen a los demás a pasar por su aro, por culpa de complejos históricos o delirios esencialistas.
Y al hilo de esto hoy en El País me entero de la existencia del increíble documento del Concilio Pastoral de Galicia, celebrado entre 1974 y 1979, que proponía:
De aquellos polvos vienen estos lodos. Y ya sólo faltó Fraga para rematar la jugada. Ese esencialismo del gallego como el alma, cuando todavía no se han enterado de que lo de la incomunicabilidad de las lenguas es un mito y que aquello de los inuit era mentira.Todos los cristianos, obispos, curas y seglares, según su específica misión, participarán en la promoción de la lengua gallega, por tratarse de un valor humano asociado con la liberación del hombre gallego y, por ende, con la evangelización.
Ups, venía decir exactamente lo mismo que Baltanás. Bueno, buena señal.
ResponderEliminarBonita media verónica la de tu amor a las lenguas muertas.
"Denantes mortos que escravos", así reza el nacionalismo gallego más radical, intuyo que esclavos de sus ideas (si se les puede llamar así), esclavos de las propias cadenas que emergen de su archicensurada normativa, y sobre todo esclavos de sus propias "palavras", entonces... Cómo hablar de libertad.
ResponderEliminar"Denantes mortos que sencillos", mejor
ResponderEliminarLa "sereia" de Castelao se parece un poco a María Isabel... :-)
"Recogieron un corderito que balaba lastimero, y lo convirtieron en un carnero de diseño, con cuernos de marfil". Mejor definición no cabe. Muy buen artículo te ha salido.
ResponderEliminarPasa como con el vascuence "normalizado", el batúa-nueva guinea, como lo llama el galáctico Ignacio.
ResponderEliminarEl gallego "de verdad" debe ser muy bonito, yo me sé un par de canciones que cantaba mi abuela de pequeña en Chantada: "¿Que tens Farruquiño que estás alegriño...? o algo así comienza. Muy poético, idioma de lluvia. El vasco, idioma de piedra antigua... qué pena que luego vengan y nos lo hagan insoportables...
ResponderEliminarCuanta razón tienes, nunca me he sentido tan acosado por algo inmaterial como una lengua. Soy gallego como el que más pero también soy libre como el que más.
ResponderEliminarNo quiero que las cadenas de palabras se conviertan en grilletes de libertad.
Saudos
En primeiro lugar, por que unha persoa que detesta o galego se apropia do topónimo dunha cidade galega para o seu blog? O galego non é unha imposición, e se en realidade fose usado como arma, moitas persoas coma vostede estarían xa ben lonxe. Gustaríalles a vostedes, españois, que os obrigasen a estudar nunha lingua que non fose o español? Non entendo a razón pola que todos os españois que son ben acollidos por esta terra se ven no dereito de chegar aquí e despotricar sobre unha lingua que nin coñecen. Sabía vostede que en galego tamén se di cómic? E menuda hipocresía o do termo francés, porque o tebeo español vén do título da revista TBO. Eu son galegofalante de toda a vida, e NUNCA dixen GRACIÑAS, senón JRACIAS.
ResponderEliminarUnha pequena cita do nacionalismo galego máis radical, como vostedes lle chaman, abriríalles os ollos se tivesen a vontade de facelo:
ResponderEliminar"Un idioma non nasce pola vontade xenial dun grupo de homes; nasce pola predisposición psicolóxica dun pobo, que, en condicións hestóricas favorables, crea unha cultura e a súa correspondente maneira de espresión. Porque un idioma é o corpo sensible dunha cultura, e todo atentado á língoa peculiar dun pobo representa un atentado á súa cultura peculiar. Mais os pobos teñen unha forza máxica, invulnerable, e por eso as nacións asoballadas poden verse privadas do seu poder creador, ou poden convertirse en parásitos da cultura dominante; pero endexamais se deixan asimilar"
Persoas que se rin do escudo dunha terra desa maneira, e que non amosan un mínimo de sensibilidade, é posíbel que nunca cheguen a entender isto. A desgraza é para eles, que non saben todas as portas que se pechan.
Mais síntome na necesidade de manifestar isto de todas formas: a miña lingua é o galego, penso nela, vivo con ela, e fáloa porque só ela me deixa expresar o que sinto. A mala noticia é para vostedes: poden asoballar a lingua, insultala, rirse dela, pero nunca lograrán que morra, porque hai moita xente que a sinte, e ese sentimento non o arrinca ningunha opinión fascista nin ningunha normativa.
Palabras clave: Pobo, Cultura, Forza máxica, Nación asoballada
EliminarBrillante y con la fuerza de una verdad.
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