Qué bueno el desayuno en el hospital después de la gammagrafía, el café con leche en el vaso de duralex, la tostada con mantequilla, el trozo de tarta de chocolate después de diez días de dieta sin yodo (es decir: sin leche y derivados y sin huevos; sí, también sin pescado -bueno, eso me importó bastante menos; en resumen: que no podría comer esto, por ejemplo).
El dulce sabor de saber que por ese lado va todo bien.
El dulce sabor de saber que por ese lado va todo bien.
Tendría que empezar a acostumbrarme a las revisiones, pero no sé, va a ser que no.
Dos días antes había ido a hacerme unos análisis: yo pensaba que había ganado mucho en valentía desde aquella vez. Casi era un trámite: sí, estaba la cola -media hora hasta el mostrador, a las ocho de la mañana y en ayunas deprimen a cualquiera-, pero apareció un niño que se llamaba Brais (=Blas, es un nombre de moda en Galicia, no me preguntéis por qué) correteando por el pasillo y nos alegró la espera. Pero media hora después se hoy llorar a niños al fondo; eso me puso los nervios de punta.
La enfermera que me sacó la sangre dijo: ¡estos hombres! Y me sorprendió: había cerrado los ojos para evitar marearme, porque se acumulaban las ayunas, el miedo y la espera. Mi cara hinchada y pálida -atiroideo un mes- debía de parecerle otra muestra de miedo. Todo me lo dijo con cariño y yo con cariño intenté explicarle que ya un análisis de sangre me es casi -casi- indiferente, que he mejorado mucho en ese terreno, al menos tal como yo lo veía, aunque no la convencí. Quedamos amigos de todos modos.
La enfermera que me sacó la sangre dijo: ¡estos hombres! Y me sorprendió: había cerrado los ojos para evitar marearme, porque se acumulaban las ayunas, el miedo y la espera. Mi cara hinchada y pálida -atiroideo un mes- debía de parecerle otra muestra de miedo. Todo me lo dijo con cariño y yo con cariño intenté explicarle que ya un análisis de sangre me es casi -casi- indiferente, que he mejorado mucho en ese terreno, al menos tal como yo lo veía, aunque no la convencí. Quedamos amigos de todos modos.
Y la alegría del jardín ayer después de comer, ya sin dieta. De banda sonora, de primeras pensé poner aquí Il y avait un jardin de Moustaki, pero es una canción pagana y va contra los preceptos del cine danés de Dogma: mejor el sonido directo de la chilla de los pájaros, incluso de las gaviotas, esas ratas voladoras -bien que blancas-, pero que acercan el mar a Compostela.
Los paganos de todo esto: el bolsillo de Javier respecto al desayuno -yo descubrí en la cafetería que iba sin dinero- y los nacionalismos postmodernos, que me sirvieron de pinpanpúm en este mes de atiroidismo.
A última hora de ayer, más terapia de jardín. Y esta mañana leí en la biografía de Newman esto que escribió en Sicilia cuando se recuperó de una enfermedad que le dejó para el arrastre (su criado Gennaro se desmayó en una sangría que le hicieron a Newman: no soy el único):
Yo no llegué a llorar, pero estaba muy contento, ante las hortensias, que están echando todas las hojas -las que plantaron el año pasado incluso han empezado a tener brotes apretados blancoverdes de flores-, viendo las mínimas hojitas que se desplegaban en el liquidámbar, un poco temeroso por las gardenias, que han sufrido tanto estos días de frío, sentado al lado de las azaleas -rosas unas, rojas otras- que lo están dando todo en este do de hecho que es el jardín de mi casa. Y el cielo muy azul.
Fíjate, Diego, qué buena labor de azada la tuya el año pasado. Y las rosas, que pronto echarán flores (-Hijo, la rosa no cansa, le decía su madre a JRJ, dice A. T. en La manía) y los narcisos que ya murieron bajo la hoz. Y la incógnita de los agapantos. Y la higuera, que puede tener -no, no exagero- doscientas brevas y hojas que crecen en las puntas, de un verde traslúcido al sol de la primera tarde.
As I sat in the chair, I could not command myself, but cried profusely, the sight of the sky was so piercing (Ker 1990: 78).
Yo no llegué a llorar, pero estaba muy contento, ante las hortensias, que están echando todas las hojas -las que plantaron el año pasado incluso han empezado a tener brotes apretados blancoverdes de flores-, viendo las mínimas hojitas que se desplegaban en el liquidámbar, un poco temeroso por las gardenias, que han sufrido tanto estos días de frío, sentado al lado de las azaleas -rosas unas, rojas otras- que lo están dando todo en este do de hecho que es el jardín de mi casa. Y el cielo muy azul.
Fíjate, Diego, qué buena labor de azada la tuya el año pasado. Y las rosas, que pronto echarán flores (-Hijo, la rosa no cansa, le decía su madre a JRJ, dice A. T. en La manía) y los narcisos que ya murieron bajo la hoz. Y la incógnita de los agapantos. Y la higuera, que puede tener -no, no exagero- doscientas brevas y hojas que crecen en las puntas, de un verde traslúcido al sol de la primera tarde.
Me alegro por vos.
ResponderEliminar(Por cierto, te parecés a mi primo Hugo).
Debe ser que últimamente estoy sensible (la primavera, no sé), pero me quedo con la primera parte de tu entrada... Y con el mareo que me ha entrado al verme en tu piel.
ResponderEliminarMucho ánimo y que todo vaya tan bien como esperamos.
Ay cómo te comprendo. Yo me hice unos análisis hace un par de meses (rutinarios) y salieron bien, bien todo... menos las hormonas revolucionadas. Osea que al endocrino, endicrono, encretino endonicro, que me ha mandadao una densitometría (toma ya qué yuyu) eco de tiroides (ay ay ay) y análisis de hormonas. Resultados en un mes. Y tras el pinchacito me regalé una tostada con sus avíos (jamón serrano, aceite y tomate) que quitaba el sentío. Ayyyy.
ResponderEliminarQué entrada tan radiante, tan inspirada, tan natural y tan contagiosa, ya que (en parte) va de hospitales. Me alegro y me alegra.
ResponderEliminar¿La incógnita de los agapantos? En mi calendario los agapantos son de Corpus Christi pero esta semana ya he visto uno florecido.
Vaya, tienes ya tal dominio del asunto que lo más duro parece prescindir de vez en cuando del queso o de la tarta de chocolate.
ResponderEliminarQué alegría que todo vaya bien
Te iba a preguntar si estabas leyendo un tomo de Trapiello. ;) Qué bien contado todo. Que hace que interese tanto.
ResponderEliminarMagnífica entrada. Parece que estábamos sentados allí contigo, viendo pasar la tarde. Un abrazo, V.
ResponderEliminarSiempre me gusta leer tus comentarios sobre el jardín, por qué será... Y aquellos otros de las orquídeas. Valen más que una foto. Gracias.
ResponderEliminar¡Qué bien contado y qué bien lo contado!
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