Como premio por haber salido a votar, una hilera de árboles al final de Juan XXIII con flores blancas -muchas- y algo de verde. Y poco antes, en Enfermería, un árbol con flores rojas que se merecía el calificativo de japonés.
Sólo he encontrado una foto de los árboles en negro, reflejados con la iglesia de san Francisco en la nueva biblioteca:
Ya que estaba me acerqué -con cierta aprensión- a una exposición en Fonseca sobre las revueltas estudiantiles en torno al 68. Nada más entrar, un confesonario (je, je, qué malotes somos). De todos modos era una exposición instructiva: un grupo de amigos de esa generación que -como casi todos- divinizan su juventud. La inauguraron Álvarez Areces, presidente de Asturias, daquela significado agitador del PCE en Santiago, y Touriño, que entonces pertenecía a la JEC (Juventud Cristiana Universitaria: quizá esto sirva para entender por qué habla tanto de los curas y por qué quiere mangonear en los obispos).
Todo era muy cutre. Daba bastante pena ver qué idolatraban nuestros actuales dirigentes políticos, esos conciertos de Raimon, la canción de Venceremos nós, traducción de We shall overcome con tonillo de canción de misa. Daba especial pena ver el catolicismo acomplejado de aquella época: de hecho daban ganas de llorar. Había un anuncio de una conferencia de Miret Magdalena, de Aranguren, de Ruiz Giménez. Había una carta de un grupo de curas invitando -argh- al diálogo.
Detalles: la revista del SEU (sindicato estudiantil franquista) se llamaba Quintana, como la que tiene ahora el Departamento de Arte de la USC. En el cine club del SEU (en 1962) Los jueves, milagro; El pisito, Plácido. Frente al mito de la prohibición de la lengua patria, hay muchos ejemplos en la exposición de textos escritos en gallego.
Vi por primera vez una vietnamita, una especie de multicopista que utilizaban los heroicos luchadores antifranquistas para sus hojas volanderas. Como todos sabréis, consiguieron que se tambaleara el régimen -lo repiten varias veces en la exposición-; no sólo eso; todo apunta a que Franco murió en la cama unas horas antes de lo previsto gracias a la heroica lucha de estos jóvenes.
Sólo he encontrado una foto de los árboles en negro, reflejados con la iglesia de san Francisco en la nueva biblioteca:
Todo era muy cutre. Daba bastante pena ver qué idolatraban nuestros actuales dirigentes políticos, esos conciertos de Raimon, la canción de Venceremos nós, traducción de We shall overcome con tonillo de canción de misa. Daba especial pena ver el catolicismo acomplejado de aquella época: de hecho daban ganas de llorar. Había un anuncio de una conferencia de Miret Magdalena, de Aranguren, de Ruiz Giménez. Había una carta de un grupo de curas invitando -argh- al diálogo.
Detalles: la revista del SEU (sindicato estudiantil franquista) se llamaba Quintana, como la que tiene ahora el Departamento de Arte de la USC. En el cine club del SEU (en 1962) Los jueves, milagro; El pisito, Plácido. Frente al mito de la prohibición de la lengua patria, hay muchos ejemplos en la exposición de textos escritos en gallego.
Vi por primera vez una vietnamita, una especie de multicopista que utilizaban los heroicos luchadores antifranquistas para sus hojas volanderas. Como todos sabréis, consiguieron que se tambaleara el régimen -lo repiten varias veces en la exposición-; no sólo eso; todo apunta a que Franco murió en la cama unas horas antes de lo previsto gracias a la heroica lucha de estos jóvenes.
mmm como dice usted...enmienda a la totalidad!Qué oportunidad se ha perdido de hacer algo realmente bueno y distinto en la entrada de Santiago, en vez de otro cubito acristalado más. "Es que se refleja y se ve San Francisco"dicen algunos; pues entonces que pongan un espejo gigante o que caminen unos pasos y miren directamente a la fachada...desde luego, muy mal su propaganda.:)Un saludo!
ResponderEliminarAndrés