Mi vida es tan aburrida que tengo miedo de que se le pegue al blog: que si la Aurora, que si las flores, siempre lo mismo. Lo único llamativo de esta semana que podría haber contado era la visita al dentista, así que ya veis qué tristeza y qué cansino (trijte, que erej un trijte, decían en un famoso sketch de Gomaespuma).
Ayer vi que anunciaban inauguración de exposición en el CGAC: como no había ido nunca a una y son famosos los canapés, hice un pequeño esfuerzo y fui.
Llegué puntual: empezó un cuarto de hora tarde.
Yo iba con mis pantalones beis, mi camisa azul y mi jersey de pico azul marino, y con una cazadora beis también (menos mal que de Ralph Lauren, si bien de la gama baja) y zapatos Geox. Vamos, que cualquiera medianamente avispado habría descubierto mi filiación política y religiosa en medio minuto.
Y lo de la ropa era fundamental: todos los tíos iban de negro; muchos con barba de dos días y muchos con camisetas de rayitas horizontales. Había uno con un abrigo negro pero estrellitas por todas partes, al que saludaban con besitos otros y otras del cotarro. En realidad todos se conocían, el único de beis era yo. Las féminas iban de fantasía, o de negro o de colores, pero como para una fiesta. Yo no conocía a prácticamente nadie; sólo reconocí casi a Miguel Anxo, el que orientó en el saber a Carlos Certo.
Y empezó el acto: en la soledad de la sala de Susan (Philipsz) un solo micrófono. Se acercó un tío, que resultó ser el director; a mí me cae muy bien desde que contestó con una amable carta a una queja que dejé por escrito. Dijo: intensidade das pezas da exposición / buscarlles un fío conductor [=hilo conductor] / aportación discursiva / agardo que vos guste. Aplausos de los que le escuchábamos, porque la mitad de la gente estaba fuera, de palique, quizá sólo esperando los canapés.
Una de las comisarias de la exposición (Distancia crítica la habían llamado: la justificación del título y la búsqueda del fío conductor la tenéis en el texto, que me niego a criticar, teniendo en cuenta lo buena gente que parecía) dijo: nova mirada, nova ollada / quixera agradecer [y madre mía, parecía los Oscar de tanta gente que mencionó] / a equipa /darvos as grazas / moitas grazas.
Nos dirigimos todos a la exposición. Entramos. Dijo una a mi lado: qué chulada. Y lo que había, pues bueno, fotos de gente con los ojos cerrados, pero de un metro de lado (y en la sala siguiente fotos de 28 faros, de un metro de lado, de Andrés Pinal). La mayor parte de las piezas eran lata, lata y lata (como decía JRJ), pero me hizo gracia un vídeo (porque era breve: 1minuto42) de Diego Santomé (lástima de pedantería de titularlo en inglés: Out of nowhere): iba de un tío que a base de golpes en una pared lateral o en el suelo movía el encuadre de la sala en la que estaba. Impresionaban también dos fotos de Jorge Barbi, que recogían lo que fuera que hizo plantando la torre de un alminar de cartón piedra en el medio de Santiago; entre las torres de la Catedral el alminar blanco daba escalofríos, si pensabas que era profético:
Qué más: una foto de Vik Muniz, que tanto éxito tuvo aquí hace años; y se veía bien que era un bluff al mirar años después aquella reproducción de las prisiones de Piranesi hecha con puntas e hilos. No sé si era la misma comisaria de antes la que dijo: ¡me encanta! al verlo.
Bien, había pasado media hora, lo había visto todo, no tenía allí a nadie conocido, ni siquiera saludado, así que me fui sin probar los canapés.
Ayer vi que anunciaban inauguración de exposición en el CGAC: como no había ido nunca a una y son famosos los canapés, hice un pequeño esfuerzo y fui.
Llegué puntual: empezó un cuarto de hora tarde.
Yo iba con mis pantalones beis, mi camisa azul y mi jersey de pico azul marino, y con una cazadora beis también (menos mal que de Ralph Lauren, si bien de la gama baja) y zapatos Geox. Vamos, que cualquiera medianamente avispado habría descubierto mi filiación política y religiosa en medio minuto.
Y lo de la ropa era fundamental: todos los tíos iban de negro; muchos con barba de dos días y muchos con camisetas de rayitas horizontales. Había uno con un abrigo negro pero estrellitas por todas partes, al que saludaban con besitos otros y otras del cotarro. En realidad todos se conocían, el único de beis era yo. Las féminas iban de fantasía, o de negro o de colores, pero como para una fiesta. Yo no conocía a prácticamente nadie; sólo reconocí casi a Miguel Anxo, el que orientó en el saber a Carlos Certo.
Y empezó el acto: en la soledad de la sala de Susan (Philipsz) un solo micrófono. Se acercó un tío, que resultó ser el director; a mí me cae muy bien desde que contestó con una amable carta a una queja que dejé por escrito. Dijo: intensidade das pezas da exposición / buscarlles un fío conductor [=hilo conductor] / aportación discursiva / agardo que vos guste. Aplausos de los que le escuchábamos, porque la mitad de la gente estaba fuera, de palique, quizá sólo esperando los canapés.
Una de las comisarias de la exposición (Distancia crítica la habían llamado: la justificación del título y la búsqueda del fío conductor la tenéis en el texto, que me niego a criticar, teniendo en cuenta lo buena gente que parecía) dijo: nova mirada, nova ollada / quixera agradecer [y madre mía, parecía los Oscar de tanta gente que mencionó] / a equipa /darvos as grazas / moitas grazas.
Nos dirigimos todos a la exposición. Entramos. Dijo una a mi lado: qué chulada. Y lo que había, pues bueno, fotos de gente con los ojos cerrados, pero de un metro de lado (y en la sala siguiente fotos de 28 faros, de un metro de lado, de Andrés Pinal). La mayor parte de las piezas eran lata, lata y lata (como decía JRJ), pero me hizo gracia un vídeo (porque era breve: 1minuto42) de Diego Santomé (lástima de pedantería de titularlo en inglés: Out of nowhere): iba de un tío que a base de golpes en una pared lateral o en el suelo movía el encuadre de la sala en la que estaba. Impresionaban también dos fotos de Jorge Barbi, que recogían lo que fuera que hizo plantando la torre de un alminar de cartón piedra en el medio de Santiago; entre las torres de la Catedral el alminar blanco daba escalofríos, si pensabas que era profético:
Qué más: una foto de Vik Muniz, que tanto éxito tuvo aquí hace años; y se veía bien que era un bluff al mirar años después aquella reproducción de las prisiones de Piranesi hecha con puntas e hilos. No sé si era la misma comisaria de antes la que dijo: ¡me encanta! al verlo.
Bien, había pasado media hora, lo había visto todo, no tenía allí a nadie conocido, ni siquiera saludado, así que me fui sin probar los canapés.
¡Mira que te admiro! No se dirá que no le das oportunidades al CGAC. Aplaudo también la elección del beis, pobre beis, que mala prensa tiene.
ResponderEliminarNo sé si lo conoces ya, pero te puede hacer gracia: Sartorialist.
Mal, mal! Faltouche o importante desa exposición: a crítica gastronómica. Non sei se ese video de Santomé (ou un moi parecido) gañou unha subsección en CURTOCIRCUITO. Por certo, o premio dedicoullo a Chano Piñeiro.
ResponderEliminarGenial, Arp: ¡qué chulada, me encanta!
ResponderEliminarqué chulada de post para leer una tranquila tarde de domingo, muy bueno.
ResponderEliminarLa próxima vez cómase sus canapés o ellos terminaran devorándolo a usted!
Un saludo, Andrés
Arp ¡que bueno! cuanto me he podido reir esta mañana de lunes al abrir tu blog y leer tu entrada de ayer... por momentos me estaba imaginando tu presencia entre el mercadillo de los de la camisa negra como el elemento desestabilizador ante el que no podían hacer nada.
ResponderEliminarAsí que no digas que se ha vuelto anodino tu blogg por que ha sido un retrato magistral.
Un abrazo desde La Mancha, Álvaro M.
Cuanta razón en tan pocas palabras, el beige está menospreciado en el mundo de la moda (creo recordar que te vi)... pero te perdiste lo mejor... los canapés y la charla posterior entre artistas, galeristas y demás (parezco una canción de Mecano)... la próxima vez que vayas al CGAC quédate al momento canapé, te aseguro que merece la pena, porque es donde realmente conoces a la gente del "mundillo" artístico, donde se muestran tal como son (la mayoría, gente sencilla y encantadora)... ah! por cierto, sí que fui yo la que dijo: ¡me encanta!, al ver la foto de Vik... claro que luego, dije muchas más cosas sobre la misma... gracias, graciñas, grazas por venir
ResponderEliminarP.D.: en los agradecimientos estuve a punto de decir que me estaba poseyendo el espíritu de Almodóvar en los Oscar... hemos tenido la misma apreciación al respecto... y gracias por lo de "parece buena gente"... el sentimiento es recíproco
Lourdes P. Seoane
El abrigo es azul marino y tiene golondrinas plateadas. Puro absurdo Harry Potter, sí. Pero también tengo alguno Beis.
ResponderEliminarEl del abrigo negro con estrellas.
Gracias, Lourdes, por tomarte bien el relato, que pretendía ser eso, un relato bienintencionado de una exposición, con su punto de humor.
ResponderEliminarY saludos también al del abrigo azul con golondrinas.
La próxima tendré que quedarme a los canapés.