Por la tarde pasé al lado del estadio de santa Isabel; había un partido de fútbol de niños de unos diez años, con sus padres (me refiero a padres y madres) en las gradas. Los niños jugaban muy bien, con gran técnica, aunque el balón votaba muchas veces por encima de sus cabezas. Pero no se reían nada, sólo en los goles, que celebraban a lo Raúl. No hacían faltas, no tenían malicia, pero no tenían alegría.
De allí paseando al lado del río Sarela, domesticado como si fuera un río austrohúngaro. Al lado, la vaquería de López Cotelo y el colegio Raíña Fabiola, de Grassi:
La antigua vaquería (cuidadín, premio bienal de arquitectura española, detalles aquí) estaba abierta: bien, muy casas para gente pretenciosa como yo. Por detrás, la iglesia del Carme de Abaixo, una pasarela para cruzar el Sarela y hacer ripios, un árbol lleno de flores (¿un cerezo?, eran flores blancas muy pequeñas y muchas) en las traseras del hotel AC El Carmen, en el Rueiro de Figueiriñas (tremendo nombre). Volví por Huertas y descubrí la Ruela de san Clemente, un caminillo que lleva a una zona de huertas detrás del Obradoiro.
Por la noche, Mataharis, que me gustó muchísimo: una película que además no ganó ningún Goya. Todos los actores (me refiero a actrices y actores), magistrales. Qué gran película.
Y esta mañana, el lúcido artículo de Juaristi.
De allí paseando al lado del río Sarela, domesticado como si fuera un río austrohúngaro. Al lado, la vaquería de López Cotelo y el colegio Raíña Fabiola, de Grassi:
La antigua vaquería (cuidadín, premio bienal de arquitectura española, detalles aquí) estaba abierta: bien, muy casas para gente pretenciosa como yo. Por detrás, la iglesia del Carme de Abaixo, una pasarela para cruzar el Sarela y hacer ripios, un árbol lleno de flores (¿un cerezo?, eran flores blancas muy pequeñas y muchas) en las traseras del hotel AC El Carmen, en el Rueiro de Figueiriñas (tremendo nombre). Volví por Huertas y descubrí la Ruela de san Clemente, un caminillo que lleva a una zona de huertas detrás del Obradoiro.
Por la noche, Mataharis, que me gustó muchísimo: una película que además no ganó ningún Goya. Todos los actores (me refiero a actrices y actores), magistrales. Qué gran película.
Y esta mañana, el lúcido artículo de Juaristi.
A mí también me gustó "Mataharis"; escribí en su día algo sobre ella...
ResponderEliminarY esa zona de Santiago es de mis preferidas, incluyendo el sendero que sale del cruce de Xoan XXIII para ir a Empresas, y que acaba junto a la EOI, pasando tras el hotel nuevo...
Si el árbol es un cerezo, las flores estarán colgando de pedúnculos largos, como los de las cerezas :-); ¿las flores están separadas unas de otras o en umbelas? ¿Cuántos pétalos tienen?
Me ha parecido desolador el comentario de que los niños que jugaban al fútbol "no tenían alegría". Me ha dejado un gran desasosiego, no sé por qué. Me pregunto qué es lo que te llevó a pensar así.
ResponderEliminarVerónica, me alegra el comentario porque parece que he sabido transmitir la sensación que tenía: veía a los padres en las gradas, que animaban pero más bien estaban serios, a los chavales, que parecía que estaban preparándose para jugadores profesionales, y no vi nada de despreocupación o alegría, o incluso una reacción infantil de rabieta. Todos estaban como demasiado serios, se tomaban el fútbol demasiado en serio.
ResponderEliminarAntón, iré a fijarme en lo de las flores, pero creo recordar que estaban como en racimos blancos, no sé cómo decirlo
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