miércoles, 14 de noviembre de 2007

Baeza (IV)

Me hizo mucha ilusión ver el aula donde supuestamente Antonio Machado dio clase de 1912 a 1919: pupitres de madera, su mesa con brasero, la oscuridad general a pesar de que el aula da a un patio. En el medio, vitrinas con documentos: nombramiento, sueldo (4500 pts. al año), faltas de asistencia, una hoja de su expediente en la que me emocionó ver en 'Otros méritos' lo siguiente: "es autor de Soledades, Soledades, galerías y otros poemas y Campos de Castilla".
Por la tarde hicimos una visita guiada por la ciudad y volvimos a ver el aula. También estuvimos en el Paraninfo (donde, por cierto, estuve el cuadro de la Trinidad de Ribera). La guía, una chica simpática, nos contó una película de miedo sobre libros prohibidos que pasaba de matute san Juan de Ávila (¡nada menos!). Sí, en Baeza estuvo este santo plenamente ortodoxo (aunque quizá heterodoxo para los estrechos, y de sangre judía), que me es muy querido, porque nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) y escribió ese maravilloso libro que es el Audi, filia. De quien no supe nada fue de san Juan de la Cruz, que pasó varios años en Baeza también.
Mañana volveré a ello, pero aquí Machado lo debió de pasar mal, recién muerta Leonor:
Por estos caminos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
Y por ese verso final me olvido de todos los poemas (¡tan injustos!) que también escribió aquí: Del pasado efímero, El mañana efímero. De ellos me acordé al ver a unos chavales del instituto que se reían de los que pasábamos: esa es la España que él pensó que iba a nacer, la "España del cincel y de la maza", "implacable y redentora, /España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea".
Las críticas a la España dormida, más o menos justas, pero cargando las tintas, no acaban de cuadrar con esa profecía que me suena a soviética. Pero bueno, le perdonamos todo a este hombre solo.

6 comentarios:

  1. A don Antonio hay que perdonarle algunos versos, algunas opiniones, incluso algunas actitudes... por lo mucho y bueno en que acertó.
    Muy bien estas crónicas... este... ¿cómo es el gentilicio de Baeza? ¿baezanas?

    ResponderEliminar
  2. Las glosas cuando aciertan resucitan la emoción. "Solo, triste, cansado, pensativo y viejo", y yo otra vez conmovido.

    Qué raro que no farden de San Juan en Baeza, ¿no? ¿Ni un poquito?

    ResponderEliminar
  3. Magnífica crónica, Angel. Yo a Don Antonio le perdono casi todo, incluso el poema que comentas, que a mí tampoco me suena tan mal. Para poemas nostálgicos, con Leonor al fondo, el de "Palacio, viejo amigo", de "Campos de Castilla". ¡Qué grande entre los grandes este poeta!

    Y lo de San Juan -estoy con Enrique- sí que me choca.

    ResponderEliminar
  4. En descargo de Baeza, debo decir que cuando yo estuve me enseñaron el convento donde vivió y murió. Qué enjundiosas estas crónicas baezanas, que diría Baltanás.

    ResponderEliminar
  5. Los chavales en cuestión quisieron que les sacara fotos y les hice ese favor. Si quieres tener un recuerdo de ellos, puedo enviártelas. Pese a su educación cuestionable, la impresión que me causó su presencia en este escenario, el de la Salamanca andaluza, fue de vitalidad y alegría. Es muy curioso e interesante leer tus "crónicas baezanas" habiendo estado yo también en esa reunión. Comparto tu admiración por la belleza de los cielos y los colores de Baeza.

    ResponderEliminar
  6. ¿¿¿Perdonar... ninguno de nosotros, muertos de hambre literarios, a Machado???

    ("¿Quién es éste -decían- que hasta perdona pecados?")

    Esa España inferior que ora y bosteza,
    vieja y tahur, zaragatera y triste;
    esa España inferior que ora y embiste
    cuando se digna usar de la cabeza,
    aún tendrá luengo parto de varones
    amantes de sagradas tradiciones
    y de sagradas formas y maneras;
    florecerán las barbas apostólicas
    y otras calvas en otras calaveras
    brillarán, venerables y católicas.

    El vano ayer engendrará un mañana
    vacío y ¡por ventura! pasajero,
    la sombra de un lechuzo tarambana,
    de un sayón con hechuras de bolero,
    el vacuo ayer dará un mañana huero.

    Como la náusea de un borracho ahito
    de vino malo, un rojo sol corona
    de heces turbias las cumbres de granito;
    hay un mañana estomagante escrito
    en la tarde pragmática y dulzona.

    ResponderEliminar