Por la tarde me metí por la ciudad: en oleadas, guardias civiles jóvenes, bandadas de ellos, chicos y chicas de la Academia con unas horas de permiso. Mataban el tiempo: de paseo, comprando pizza, en cafeterías, todos en perfecto estado de revista. Me deprimí pensando en mi mili, en el agobio de pensar en aquellas tardes lastradas por la vuelta a aquel antro, al infinito aburrimiento cuartelero. A la vez me alegraba de verles, los pobres, una vida tan arrastrada al servicio de los demás, pasando miedo en el País Vasco, de guardia en las noches de los pueblos perdidos, en esas casas-cuartel tan abominables.
Iba camino de la iglesia de san Andrés, donde está la patrona. En un lateral una imagen de la Virgen que me gustó, sobre una especie de calabaza que representaba el purgatorio; las demás, no mucho: tipo 'Macarenas' (ya me entendéis), con mucha puntilla y mucho bordado: qué le vamos a hacer, yo no crecí entre imágenes de vestir.
Por suerte, al final de la Misa me dio por darme una vuelta por la iglesia: descubrí en la sacristía unas tablas hispanoflamencas más bien góticas: estaban muy bien, aunque no eran de primera fila, pero sí con destellos de genio.
A mí -aunque tenga una hermana que se llame así- tampoco me gustan las Macarenas y aledaños. Mis orígenes vallisoletanos me delatan...¡y a mucha honra!
ResponderEliminarNo entiendo la relación de la calabaza con el Purgatorio...
ResponderEliminarEs una especie de cubículo bajo los pies de la Virgen en el que se ve a las almas del Purgatorio, como un belén, pero de ánimas.
ResponderEliminarQué bien, Verónica, compartimos orígenes, ya te veía yo afinidades...
ResponderEliminarY no sé si será por la cosa castellana, pero a mí tampoco me gustan las imágenes vestidas, algunas parecen muñecos, a veces hasta me dan repelús.
Precisamente acabo de enterarme de que a la talla de la Virgen de la Almudena, de finales del XV-principios del XVI, para abrocharle un vestido regalo de no sé qué dama de la realeza, se le rebanó toda la parte trasera; y como hacía falta separar el brazo que el Niño le apoyaba en el pecho, lo serraron sin más y le cambiaron la posición. Todo eso además de llenar de tornillos las dos cabezas para sujetar coronas, velos, e incluso un "rostrillo" de plata que se clavó sobre la cara de la Virgen.
Lo cuenta D. Juan de Vera Tassis y Villarroel en su "Historia del origen, invención y milagros de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Almudena"-1692, y es un verdadero horror. Y sin embargo la postura y la cara de la Virgen, y los pliegues tallados y el Niño desnudito y estirándose (con horror de la sierra supongo), tal como al fin se ven después de una trabajosísima restauración, son preciosos de embobar. Es incomprensible que prefiriesen ocultarlo todo bajo un vestido tieso y apolillado, y hasta la cara con esa horrible máscara de plata, qué crueldad.
Um. A mí me encantan las [buenas] imágenes de talla completa, pero también las [bien] vestidas. La Macarena, citada aquí como prototipo, no sólo me parece preciosísima sino que es como me imagino a la Virgen. Tal cual. Creo que fue Antonio Burgos quien escribió que la Macarena es la Madre de Dios y el resto son advocaciones. Claro que esto de los gustos es muy muy personal. Vamos, totalmente personal.
ResponderEliminarLa costumbre de vestir y revestir a las imágenes no ha sido muy bien vista históricamente por la jerarquía (me refiero a los siglos XVI o XVII) pero en muchos casos se impuso la devoción popular, movida por el deseo de "humanizarlas" y acercarlas. En ese sentido, cumplían y cumplen una función. Dicho lo cual, es cierto que las que están mal vestidas son espantosas, más espantosas que las mediocres de talla que, por discretas, se salvan. Perdón por el sermoncito, pero es uno de los temas sobre los que investigo.
Suscribo los atinados comentarios de Cb -me alegro de compartir paisajes y raíces, y de coincidir en el blog de un burgalés- y de CM; sólo puedo hacer una leve inclinación de cabeza ante tan sabias palabras, de modo que me callo.
ResponderEliminar(La verdad es que para decir que me callo, llevo empleadas unas cuantas palabras... ¡ay!).
Me sumo al agradecimiento por las explicaciones, Carlos. Tienes razón en lo de la función, quizá esa es la clave del asunto: demasiado "humanizadas".
ResponderEliminarY también tienes razón en lo de la Macarena, pero es que la Macarena no lleva un vestido de época, lleva un vestido de nube.