Es un verso de A un olmo seco, de Antonio Machado y se me presentó al ver los cerezos o lo que sean que ahora mismo están en su semana triunfal, florecidos y rodeados de hojas verdes.
Y pensé que yo, que he leído muy poca poesía, me encuentro, como premio ofrecido por mi mala memoria, ese verso, ayer, camino de Correos, aunque lo que yo recordé era la gracia de tu rama florecida, que es como un pecado -o una banalidad- si se compara con el original.
Y sí, llevamos unos días gloriosos en Santiago, con sol radiante, sin llegar a que haga calor y con una segunda tanda de árboles que se lanzan a florecer. Y las azaleas que están que lo tiran.
¡Y quién hubiera leído mucha poesía -de la buena- y se acordara de ella y para colmo bien!
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