Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Ya me gustaría a mí tener plantado (¡por mi mano!) un huerto en la ladera de un monte.
Pero tengo para mí todos los jardines de la ciudad. Como son tantos, ayer los pastoreé en coche, bajo la lluvia inclemente (pleonasmo santiagués).
Los ciruelos y los cerezos. Y otras plantas que están floreciendo bajo la lluvia; pero no sé sus nombres: y me apena (¡quién supiera!). Y las camelias que siguen floreciendo como locas.
Las mimosas van de capa caída, pero ya no me importa, que son desiertos en verde y oro.
Fray Luis seguramente no tenía más huertos que el de La Flecha. Lo bucólico casi siempre es lo que no se tiene... o apenas.
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