viernes, 30 de marzo de 2007

De vuelta a Vitoria (II)

En las cuatro horas de viaje por Galicia me fijé en las casas: una tragedia es lo que son las casas en el campo gallego.
Miles de casas sin enfoscar.
Montones de casas hechas con granito de Porriño, una bofetada.
Todo disparejo: cada casa a un altura, cada casa un estilo (como si fueran obras de arte contemporáneo), cada casa un atentado.
Casas pretenciosas, casas hechas con lo primero que habían pillado.
Ver Monforte de Lemos fue un dolor, aunque bien es verdad que juzgar desde la ventanilla del tren es injusto. El castillo al fondo parecía bonito. Canabal, una monstruosidad. O Carballiño, uno de los ejemplos más monstruosos que conozco.
Pensaba que no sé para qué tenemos un gobierno de izquierdas en Galicia. Si al menos se molestaran en poner una multa de diez mil euros a cada casa sin terminar, si crearan un impuesto de lujo de cien mil euros a cada casa hecha con granito de Porriño, aún vale. Diríamos: es una vergüenza lo de este gobierno, pero al menos se ha molestado por arreglar un poco el paisaje.
Yo iría más lejos: bombardeos selectivos, prohibición total de construir en Galicia hasta que se mejore lo que hay. Prohibir el granito de Porriño.
Y es otro elemento diferencial de Galicia, que bien que me fijé cuando entramos en el Bierzo, y no era lo mismo, no. Había casas feas, pueblos feos, pero no monstruos.
A intervalos, cuando no me daba con las casas, veía algo bien bonito: los pequeños bancales formados por piedras en las laderas que iban a dar al Sil. En cada uno, dos o tres vides, un trocito de tierra. Era como ver Birmania, no sé, pero a escala reducida.

2 comentarios:

  1. Preciosa entrada: con las dosis justas de lirismo y mala leche.

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  2. En dos entradas, precisas, los dos grandes problemas de Galicia: uno practicamente insoluble, que es el destrozo paisajístico por la construcción incontrolada de casas horrorosas. Otro endémico, pero soluble, que es el nivel lamentable de las comunicaciones ferroviarias. Los fondos europeos, menguantes, no creo que permitan prolongar el AVE de Valladolid.

    La destrucción urbanística de Galicia en la construcción dispersa solo es comparable con el destrozo causado en los años 60 y 70 en las ciudades y pueblos castellanos, cuando la edificación en ladrillo vista y el empleo de elementos de hierro espantosos provocó la aparición de ensanches de pesadilla.

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