miércoles, 1 de noviembre de 2006

Hacia Cádiz (IV)

En Cádiz (1)
El viernes lo pasé en el Congreso, que en esta vida estamos de paso y algo hay que purgar, pero también esta vida es el cielo (incoado), así que aproveché algún rato para ver qué me ofrecía la ciudad más antigua de Occidente.
No me gustó mucho, la verdad. Mucha casa cutre, aunque siempre tienes la opción de escapar de las calles estrechas y ponerte a mirar el mar. Si hubiera que valorar lo que una ciudad tiene de hermoso, habría que descontar el hecho de que estén al lado del mar: pones a Cádiz veinte kilómetros al interior y es una ciudad bien fea (afirmación apresurada, basada en dos paseos no muy largos). Yo la recorría con la banda sonora de las canciones de Carlos Cano y me dio mucha alegría descubrir Puertatierra (=la Puerta de tierra de la muralla, aquí se comen muchas letras), la plaza del Mentidero, la playa de la Caleta, pero porque salían en las Habaneras de Cádiz (incurable literaturización padezco, señores, y ¡con Carlos Cano!, que otra cosa sería, no sé, citar a Georg Trakl o Merleau-Ponty, a los que lamentablemente no tengo el gusto de conocer, salvo de nombre).
Primera escapada: a la Catedral. En la entrada (4 euros) pone: Santa y Apostólica Iglesia de Cádiz - LICENCIA - para visitar la Catedral y su Museo. ¡Tremendos estos andaluces! Y luego hay algunos que niegan lo de la 'realidad nacional'. Con mi licencia para entrar vi una Catedral llena de caries y con redes a media altura que recogían los fragmentos de las molduras: se cubrió de gloria el que eligió la piedra para hacerla. No está mal pero no pasará a la historia de mi memoria; en todo caso la cripta, que valdría para cualquier videojuego de misterio. Entre los obispos y canónigos enterrados, las tumbas de Pemán y Falla. Me gustó que estuvieran allí: dos buenos cristianos. La diferencia entre ellos estaba en la lápida: en la de Pemán ponían 'poeta y escritor' (¿hendíadis? / ¿diplosis?) y el Toison de oro (que no creo que le dejen ponérselo en el cielo), mientras que en la de Falla lo que estaba escrito era: Soli Deo Honor et Gloria. Habría sido perfecto si la Diputación de Granada no hubiera añadido debajo que ellos habían donado la piedra de Sierra Elvira (cómo somos).

3 comentarios:

  1. Estupendas estas crónicas de estilo reporteril.
    Nos hacen viajar a los que no viajamos.
    Y yo, tan cerca, de Carmona, que no pude estar.
    Me consuelo leyendote.

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  2. Tu visita a la cripta sí pasará a mi memoria. Me reído mucho (eso sí, por lo bajo, que para algo estamos en una cripta).

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  3. Sin ánimo de ofender y recordando el "adagio clásico":SOBRE GUSTOS..., éstas últimas entradas en las que nos cuentas el viaje me están pareciendo de las mejores de tu bitácora.

    Me encanta el sentido del humor.

    Gracias por compartirlo.

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