-Oye, que felicidades.
-Vaya, te acuerdas de mí sólo de Pascuas a Ramos.
-Mira, verás, es que no me atrevo a hacerlo directamente, pero ¿no podrías hacer algo con el tiempo en Santiago?
-¿Pero no eras tú el que te quejabas del calor y el que prometió no quejarse de la lluvia?
-Sí, pero ¿no se podría conseguir un otoño suave, con algo de sol, sin calor? Podría llover por las noches y un ratito durante el día, para darle a la piedra de Santiago ese color negro brillante. También estaría bien por los agricultores y los pantanos, ya ves que pienso en todo el mundo.
-Sí, claro, señor Bertie Wooster. ¿No eras tú el del síndrome de Stendhal? Es muy bonito presumir de eso en Austria y en verano, pero aquí, todo quejas.
-Pero es que no me atrevo a pedírselo directamente al Jefe. Debe de estar aburrido de mí. Y la perspectiva de meses de lluvia me deprime y se me olvida que no me gustaba el verano, y además mañana comienza el curso. Y vi que ayer en la manifestación en Sevilla hacía sol y toda España igual, sólo aquí lluvia y lluvia.
Felicidades querido amigo, y dile a tu ángel custodio que no sea tan quisquilloso, que los de aquí abajo somos así.
ResponderEliminarMuchas felicidades.
ResponderEliminarY muy bien vista la relación Wooster-Jeeves, que todos nosotros, señoritingos, tenemos con nuestro paciente (y mucho más brillante) ángel de la guarda.