martes, 12 de septiembre de 2006

Microsiervos

Microsiervos es un blog al que estoy suscrito; no soy nada original: es el blog en español más conocido, de largo. Tienen muy buenos comentarios, sobre todo de cuestiones informáticas, pero también de muchas otras cosas: matemáticas de las serias y las de geeks, aunque a veces es difícil distinguirlas (múltiplos de 37, números primos, cosas así), misiones espaciales, frases célebres. Son gente maja, aunque cada cierto tiempo les sale el punto cientifista dogmático: nada demasiado fuerte, pero bueno.
Hace poco recogían una frase que me hizo saltar:
Niegas vivamente la existencia de miles de dioses adorados por otras religiones, pero te invade la ira cuando alguien niega la existencia del tuyo.
Era una de las razones para saber si uno es fundamentalista.
Fui al origen de la frase (lo habían tomado de otro blog), un decálogo bastante bobo con tópicos tan manidos que daban grima. Lo que me molesta de esta frase no es lo de la ira; vale, sí que eres fundamentalista en ese caso, cuando te entra la ira porque otro niega la existencia de tu dios, pero es el caldillo de fondo; la implicación parece ser: si hay miles de dioses hay que ser idiota para enfadarse por creer en uno.
No sé, quizá esté picajoso (en Microsiervos llueve sobre mojado en este tema), pero me molesta que los adoradores de la ciencia se tomen tan frívolamente las cuestiones metafísicas o teológicas. Parece que su dios no admite otros tampoco.
Me pasaron hace unos días este poema de Álvaro García (de Para lo que no existe, 1999)
LA FE
Lo físico parece del lado del fluir,
un modo de sigilo que reaviva.
No puntero al solsticio, tampoco precisiones.
A mí me es más difícil
dar crédito a la física o la química con fórmulas
que a nuestra redención,
que no hay quien pase a cifra.
.
Ya puestos a creer,
lo indemostrable.

2 comentarios:

  1. Un acto de fe ¿ciega? en lo que no por indemostrable existe.


    Saludos

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  2. Lo de la ira supongo que lo dirán por los de "Inschallá". Que se lo digan a Salman Rushdie o a Gustavo de Arístegui.

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