Italia

Deseo con todas mis fuerzas que Italia sea eliminada del Mundial. Me gustaría que ganase Portugal y no me importaría que quedasen campeones Alemania o Francia.

Italia muestra lo peor de sí en el fútbol: juego sucio, racanería, chulería.

Pero Italia es mucho más que eso: es un país que fascina a todo el mundo, empezando por los españoles, que los vemos como un hermano mayor, tramposo y chapucero pero brillante y sensible, que a pesar de todo se hace querer.

Vas a Italia y es un prodigio de hermosura. Roma. Venecia.

Conoces italianos y descubres su sensibilidad, que está en sus grandes escritores (Ginzburg, Manzoni) o en sus cineastas. Hace poco vi Las llaves de casa, de Gianni Amelio, una película hecha con una maravillosa delicadeza. De Amelio había visto ya Lamerica, otra película extraordinaria sobre la inmigración masiva de albaneses. Y dicen que Niños robados es otra gran película. Y está Rossellini, por ejemplo, o Vittorio de Sica.

Todos los españoles que conozco que han vivido en Italia han sucumbido a su encanto, y hasta apoyan a su selección de fútbol.

Luego está su caótica política, sus servicios públicos, que deben de ser caóticos, esa manía por las gafas de sol, por la apariencia.

Y todo se lo perdonamos, porque Italia tiene un encanto que nos supera, una sofisticación que nos muestra nuestra rudeza, una belleza algo gastada pero inagotable.

Pero que quede claro que quiero que pierdan, a ser posible injustamente. Rencores de aquel mundial, de todas las veces que el Milan eliminó al Real Madrid. El rencor del mediocre.