A las ocho menos cuarto de la mañana, de camino a la Catedral: cielo azul, aire fresco que el buen Dios había puesto en su punto para mí.
De camino: la fachada de santa Clara, la de san Martín Pinario, la de Azabachería, la de san Martín Pinario por detrás: para mí solo, en dos minutos.
Tengo tiempo, así que me acerco al pórtico de la Gloria: me vuelve a impresionar el Cristo pantocrátor: majestad y dulzura. Miro en el lateral y veo a personajes en un banquete: se me ocurre relacionarlo con algo que leí en El espíritu de la liturgia de Ratzinger, sobre religiosidad popular y liturgia, inculturación y excesos (p. 225). Cuenta que una vez estuvo en el norte de Chile en un oficio mariano en un pequeño santuario en medio del desierto; luego seguía una danza al aire libre "cuyas máscaras me parecían más bien terribles". Lo que era un ritual precolombino quizá tremendo en origen, era ahora una fiesta posterior a la celebración:
Un amigo se acerca y me explica que nada de banquete [yo quería hablar del banquete en el cielo, recordar algo de Chesterton sobre la cerveza, hablar de la alegría de comer y beber], que lo que se representa ahí es el seno de Abraham, con Adán y Eva y los patriarcas sujetos por una especie de vara -la ley antigua-, justo cuando llega Cristo a liberarles. Riesgos de la interpretación."(...) tras la liturgia, la alegría allí experimentada se conviert[e] en una fiesta 'mundana' que se expresa en la alegría y el baile común, sin por ello perder de vista el motivo de la alegría que, al mismo tiempo, le da su medida y su razón de ser. Esta conexión entre liturgia y serena y alegre mundanidad ("Iglesia y taberna") siempre ha sido considerada como típicamente católica y, de hecho lo es.
Misa en la capilla de la comunión. A mi lado una guiri ¿francesa/belga/alemana? reconocible por sus sandalias con calcetines. Al otro lado otra peregrina que casi no puede andar. Un matrimonio de japoneses católicos, y lo que podríamos llamar 'la plantilla fija'.
Lectura de Elías del 'non in commotione Dominus'. La brisa que nota Elías y a continuación se cubre la cara para no ver a Dios. En cambio, el salmo responsorial: quiero ver tu rostro.
Al salir, señalo a un amigo la imagen de Santiago Matamoros: han puesto un enorme centro de flores que tapa a los moros a los que está matando Santiago. ¿Y qué diría de esto Léon Bloy, al que estoy releyendo?
De vuelta, entramos a curiosear en un bar que acaban de abrir en un antiguo convento. En la entrada: "Alabemos al Santísimo Sacramento" y entras en el bar: triste. Al fondo, uno de esos horti conclusi de Santiago: precioso, con un camelio enorme, denso, precioso. Una capillita de Lourdes al lado, conservada quizá por razones kitsch.
¡Qué triste lo del bar en el convento! ¿Todo lo que es religioso lo coservan en tono de burla o kitsch?
ResponderEliminarMe parece muy hermosa tu entrada, me ha sobrecogido a las ...¿siete de la mañana? En fin, mucho mérito...
ResponderEliminarLLir.