La Institución Libre de Enseñanza surge dentro del llamado movimiento krausista, que inició Sanz del Río a mediados del siglo XIX a partir de la lectura (es un decir) de la obra de un kantiano de segunda fila, Krause. Sus miembros más conspicuos entraron en la lista de los Heterodoxos españoles censados por Menéndez Pelayo.
Quizá sea eso lo que no le perdonan, que los considerase heterodoxos, cuando de hecho lo eran, un grupo al final muy sectario en defensa de sus ideales, que consiguieron imponer en la primera mitad del siglo XX a costa del erario público, siendo como eran una institución privada (lo que demuestra que la enseñanza privada no es un problema, cuando está en la misma cuerda ideológica, claro). Eran ellos (a través de la Junta de Ampliación de Estudios) los que repartían las becas en el extranjero; eran ellos los que monopolizaban la investigación. Su principal guía, Francisco Giner de los Ríos, es una especie de santo para los que siguen esa línea, aunque según la biografía de José María Marco tiene muchos puntos oscuros. Sea como sea, la gente le adoraba, y es posible que fuese una gran persona, aunque sectario e intolerante en su evangelismo laico lo era sin duda.
Quizá sea eso lo que no le perdonan, que los considerase heterodoxos, cuando de hecho lo eran, un grupo al final muy sectario en defensa de sus ideales, que consiguieron imponer en la primera mitad del siglo XX a costa del erario público, siendo como eran una institución privada (lo que demuestra que la enseñanza privada no es un problema, cuando está en la misma cuerda ideológica, claro). Eran ellos (a través de la Junta de Ampliación de Estudios) los que repartían las becas en el extranjero; eran ellos los que monopolizaban la investigación. Su principal guía, Francisco Giner de los Ríos, es una especie de santo para los que siguen esa línea, aunque según la biografía de José María Marco tiene muchos puntos oscuros. Sea como sea, la gente le adoraba, y es posible que fuese una gran persona, aunque sectario e intolerante en su evangelismo laico lo era sin duda.
Al respecto, hay un poema de Antonio Machado muy laudatorio de Giner. Una vez me lo recitó emocionada una profesora yanqui ante un retrato de Giner, en un congreso sobre Clarín. Pero hay que decir que Machado se educó con ellos (no sé si es exacta la palabra, porque tonto no era, pero sólo obtuvo el bachillerato con 25 años) y es un hecho que ellos (='los institucionistas') le ayudaron en varias ocasiones, como a su hermano Manuel: más datos en la biografía de Baltanás. Cadena de favores de los buenos, podríamos llamarlo.
En el Coloquio de Madrid en el que estuve hace unos meses contaban a propósito de Rubén Darío que un gobierno de esa cuerda de Nicaragua llamó a dos miembros de la Institución a fundar un Colegio allí. Fueron ellos los que le dieron a Darío ¡el libro de Madame Blawatsky! la teósofa que mezclaba todo en un potpourri y que es uno de los referentes intelectuales del nazismo. No quiero decir que ellos fueran nazis (ni madame Blawatsky), pero sí que quiero señalar que muchos de los movimientos libertadores-redentores del siglo XIX-XX hunden sus raíces en una tradición que se puede llamar hermética (por Hermes Trismegisto (=el 'tres-veces-más-grande = el Grandísimo), dios egipcio al que se atribuían unos libros en la época de la dominación romana de Egipto, que mezcla racionalidad con magia, ocultismo y sobre todo un planteamiento gnóstico: sólo nosotros, los elegidos, hemos llegado a la verdad).
¿Qué es el krausismo? Entretenidísimo artículo de Gustavo Bueno aquí, que se refiere a las doctrinas espiritistas del movimiento.
Sobre krausismo es imprescindible la monografía de Enrique Menéndez Ureña, "Krause, educador de la humanidad" (cito de memoria). La publicó en alemán (paradójicamente, nadie había escrito allí sobre él, por considerarlo un filósofo de cuarta fila) y luego la tradujo y la publicó en el Instituto de Liberalismo, Krausismo y Masonería de la Universidad Pontificia de Comillas. Por cierto, muy curiosa y significativa la relación entre los jesuitas y la masonería, a veces sin pisar raya (Menéndez Ureña)y a veces pasándose tres pueblos (Ferrer Benimeli). Sobre Sanz del Río (que era un cara y un bon vivant que jamás conoció a Krause) y sobre Giner (tan bueno tan bueno que no podría ser peor) no está mal el libro de José María Marco. De la Institución Libre de Enseñanza se pasó al Instituto Escuela y luego al Colegio Estudio, donde el que suscribe estudió la EGB y el BUP. Tenía dos o tres grandes virtudes y el resto eran defectos(aunque omnia cooperantur in bonum diligentibus Deus).
ResponderEliminarA estas alturas, tan sectario, tan equivocado, tan interesante, tan respetable me parece Sanz del Río como Menéndez y Pelayo, del que hace unos meses decías tú que iban a sacar su estatua del vestíbulo de la B. Nacional, cada día más semejante a la nueva terminal de Barajas. Otra cosa, y esto dicho con todos los respetos, no me parece muy evangélica tu antipatía hacia Vázquez y Bono porque son socialistas y se declaran (“alardean de”) católicos. ¿No sería mejor, para estos juicios, esperar al valle de Josafat?
ResponderEliminarDal, gracias por la referencia de Menéndez Ureña, que había visto mencionada antes y que quería citar aquí, porque mostró -según dicen- negro sobre blanco, la poca seriedad de Sanz del Río en su recepción -es un decir- de Krause.
ResponderEliminarAl final, lo que se ve es que es un movimiento con unas bases muy débiles -es lo que quería señalar al mencionar a Blawatski-, que alardea de rigor intelectual y de dominio de la razón, cuando su cosmovisión es tan poco firme.
Mr Quaker, al menos Menéndez Pelayo era un intelectual de talla, otra cosa es que visto desde ahora se iba para un lado igual que Sanz del Río se ladeaba para el otro. Pero en el caso de Sanz del Río (y luego de Giner) se produjo un proceso de mitificación y santidad (laica) que no ocurrió con Menéndez Pelayo, (dejo de lado la santificación que creó el primer franquismo, pero eso es mucho más tarde).
Sobre Bono y Vázquez lo que no me gusta es que alardeen de católicos practicantes para justificar ideas no muy católicas en el caso de Bono (que defienda lo que quiera, pero que no diga antes, "yo que soy católico...") o para justificar planteamientos de la derecha más rancia ('burguesa') en el caso de Vázquez. Otra cosa es juzgarles, porque no debería hacerlo, claro, y seguro que son bellísimas personas, por más que no me gusten algunas de sus declaraciones públicas. Es el problema de hablar cunado a uno se le calienta la boca, que incurre en lo que critica, y yo querría tener siempre presente lo de 'en la medida que juzguéis seréis juzgados'.
Me ha ayudado mucho esta entrada, a aprender, a tener las cosas más claras... Yo estoy contigo, si no podemos tener opiniones fuertes, (no juicios), ¿qué nos queda? Y me parece una trampa aquello de tú, como eres católoco, quietecito, la boca callada y paz y flores...
ResponderEliminarPor cierto, otro libro que vale la pena sobre este tema es el de María Dolores Gómez Molleda "Los reformadores de la España Contemporánea" (CSIC). Es una magnifíca historiadora (autora también de la excelente "La masonería en la crisis española del siglo XX", antes agotada y recientemente republicada). Los primeros capítulos están dedicados al krausismo y a Giner et al. y no tienen desperdicio.
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