miércoles, 12 de abril de 2006

Nostalgia del Sur

Veo con un amigo de la il-la de San Fernando vídeos de procesiones de Semana Santa de su ciudad, y otros de Sevilla, y me dan ganas de irme para allí, a ver cómo son en directo, yo tan castellano, tan frío, tan amante de las procesiones de Zamora, que también emocionan, pero de otra manera. En Galicia no hay nada que se parezca ni a las procesiones andaluzas ni a las castellanas; ahora sólo tengo las flores y los árboles en flor, puro prodigio en la primavera, y un cielo azul, que no es poco.
Pero yo querría ver ahora esos Cristos y esas Vírgenes del Sur que se mecen con una delicadeza maravillosa, movidos por los costaleros, sentir la emoción de la gente, que se desborda en algo que es espectáculo y a la vez un acto de religiosidad muy poco jansenista.
Sólo conozco un reflejo de ello en las procesiones de Ciudad Real, que describe tan bien hoy Emilio Sanz (no menciona el Conque tú eres rey, esa frase que en los oficios del Viernes Santo leía uno con un tonillo que nos hacía tanta gracia cuando lo recordábamos el resto del año):
La Dolorosa va a salir de la Catedral. Yo quisiera ser costalero de la Señora para ayudarla a caminar, para llevarla, como del brazo, sosteniéndola en su dolor. (...) La llevan como en volandas, suavemente. La ayudan a caminar con una feminidad y un encanto que encantan y conmueven: es natural, porque la llevan como se lleva a una madre. Y tú la ves venir, delicada, cariñosa, y te quieres acercar, y le dices guapa, y buena, y madre, y… todo.
Es el consuelo del Viernes Santo: por la misma puerta salen a la calle, a dejarse ver por los hombres, el dolor del Hijo y el dolor de la Madre. El Amor de Dios y el amor de su Madre. El perdón de Dios y el amor de los hombres.
Y también, qué bonito el artículo de Enrique García-Máiquez, sobre cómo se miran las cosas desde dentro de la procesión:
Para el cristiano que es escritor, la cosa, además, tiene mucho encanto, ya que (tras su túnica, su capa y su velillo) uno se convierte en sólo dos ojos, esto es, en una mirada, que es el sueño de cualquier poeta.
Y qué bien, entonces, se contempla la ciudad. (...) El paciente penitente, entonces, plantado en una esquina, pasea lo único que puede, sus ojos, por las calles, por las fachadas nunca vistas de las viejas casas, por los árboles… También mira el cielo de la tarde, de un azul inmaculado plenamente redimido. Y allá van y vuelven –indiferentes al laicismo– los vuelos libres de los vencejos, como cruces de Santiago, repartiendo sobre todos su alta bendición.
(...) Por guardar el secreto de procesión, no contaré las curiosas conversaciones que se sobreescuchan en cada parada; pero sí recordaré cómo todas, las frívolas, las familiares, las de trabajo, las políticas, las hipotecarias, todas, cuando se iba acercando el paso de palio, se interrumpían y se transformaban en una oración… Igual quisiera yo que se transformara hoy esta columna.

4 comentarios:

  1. Magnífico resumen del artículo de García-Máiquez. Después de leer el extracto y el original (que, para ser más exactos, además de leerlo, previamente había sido escrito por mí), recomiendo que ustedes se queden con lo ofrecido en esta página, libre de paja, puro grano. Gracias.

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  2. Aquí, en Galicia, si puede, haga una escapada a Viveiro En Viernes Santo.

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  3. Tu te quieres ir al sur. Yo me quisiera ir a España a ver aunque sea uan de las miles de procesiones que tienen.

    ¿Has visto la que relata arguments?

    Saludos y espero que vivas una gran Pascua de Resurrección.

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  4. Me ha encantado el texto de Emilio Sanz. Recomiendo la lectura del texto completo y de otros textos suyos en la web que citas.

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