jueves, 13 de abril de 2006

Música judeo-española

Como no podía ir al sur a una procesión, me resarcí meditando sobre el Apocalipsis en el Pórtico de la Gloria.

Y es un lujo este de poder tener algo así al lado de casa. Esta vez entraba un chorro de luz por los cristales (nota erudita: entre ellos, el que rompió Ronaldinho) y se veía muchísimo mejor el relieve de los pliegues de las vestiduras de los profetas y los ángeles



Por la noche, concierto de Alia Musica (muy buena web la que tienen, con audio) en la iglesia de San Roque. Es una iglesia por la que habré pasado miles de veces, pero nunca había entrado, o porque estaba cerrada o porque pensaba que no merecía la pena, pero caray, tiene un retablo de Simón Rodríguez, la versión popular del de la Iglesia de la Compañía, puro barroco escenográfico, que pasa de la frontalidad en dos dimensiones a la teatralidad en tres (no he encontrado fotos).
El concierto era de música judeo-española; interesante, aunque no me llegó a emocionar. Los intérpretes eran muy buenos, pero muy fríos; todo era un ambiente de culturetas de mi edad, que sólo aplaudían al final de cada parte; acababa una canción y silencio; acababa otra y silencio, pero cuando acabó la primera parte, aplausos entusiastas de enteradillos, empezando por el que aplaudió primero, el más listo y que sabía cuándo había que hacerlo; con ello demostraba él y demostrábamos todos qué cultos éramos. No acabo de entender el ritual de los conciertos de música culta, todo tan envarado, todo el mundo con cara de qué culto soy, y más en un concierto como este, pura arqueología. Para que me entendáis, sería como ver las canciones tristes de El violinista en el tejado interpretadas por una coral de rigoristas luteranos daneses: frialdad. Otro ejemplo: un grupo de catedráticos japoneses de español que cantan flamenco. Falta alegría y falta alma.
Hubo momentos bonitos: algunas canciones eran en hebreo, y podías fantasear que estaban cerca del original, como una que consistía en unos versos del Cantar de los Cantares; otras eran en sefardí, ese dialecto que hablan los judíos de origen español. La música era muy parecida a la árabe, también a la medieval española, y no sigo porque se verá claramente que no tengo ni idea de música.
Impresión positiva, aunque todo muy frío.

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