sábado, 11 de marzo de 2006

Viaje a Madrid (IVc)

Lo que nos hizo perdernos la parte de la exposición sobre las Vanguardias Rusas que estaba en el Thyssen fueron varias librerías (por cierto, hoy, una semana después, tengo en mis manos el nuevo libro de Miguel D'Ors, Sol de noviembre; ya hablaré de él) y por otra la exposición de Chema Madoz en el edificio histórico de Telefónica.
Tenía una buena opinión de él, pero esta exposición, con tantas fotos ocurrentes, me decepcionó. Lo mejor es cuando presenta algo que te sorprende o te hace sonreír o tiene una gota de poesía; lo peor, cuando eso se convierte en un chiste o en puro barroquismo.
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Varios bares donde recalamos: los bares de Madrid son en su mayoría viejos, sucios, cutres, con esas tapas que ponen bajo mamparas de plástico con pinta de revenidas (en Galicia se dice resesas) y unos camareros que parece que se están quedando contigo siempre.
Al volver, en el metro, dos acordeonistas que tocaban un tango. Una chica con dos amigos le tomó a uno el sombrero de ala ancha y se puso a bailar en el centro del vagón, muy bien por cierto. Yo esperaba el momento mágico de comunión colectiva que superase el anonimato de la masa, pero la gente les miraba con indiferencia.

3 comentarios:

  1. Lo malo de las greguerias, las metáforas es que juntas, y una tras otra, suelen cansar. Ser siempre original y sorprendente debe ser imposible. Pero Madoz merece la pena... la que nos enseñas es buena. Yo recuerdo unas que,hace tiempo estuvieron en el CGAC: una escalera apoyada en un espejo, una tecla de piano sostenida por una mordaza de taller mecánico (creo que la herramienta se llama así)

    Un saludo.

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  2. No suelo coincidir con sus comentarios sobre arte, pero por una vez, y sin que sirva de precedente, suscribo lo que dice de Madoz...es como beber champ'an en un vaso de pl'astico.

    Por cierto, estos dias estoy en Madrid, y siempre que vengo me llama la atenci'on los bares, que bien lo ha definido. Una ciudad tan moderna, tan Madrid, y que siga atestada de esos santuarios del fritanga, con esas tapas en la barra que duelen, y esos camareros tan eggggg que...

    Me ha gustado mucho el post

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  3. Me parece que tiene una escasa idea de los bares de Madrid. Es cierto que existen esa clase de establecimientos, como los hay en Santiago de Compostela y en La Coruña: carísimos, sucios y vergonzosamente pésimos. Pero si hubiera tenido el buen gusto de caminar y adentrarse fuera de los circuitos que programan las guías turísticas se habría dado cuenta de la calidad de muchos bares, tascas y tabernas. Y que se aplique el cuento el tal Andr ´es, que dudo mucho que sepa lo que es una urbe moderna y Madrid.

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