domingo, 12 de marzo de 2006

Viaje a Madrid (y V)

El sábado aproveché para conocer el Monasterio de las Descalzas Reales. Sólo se puede ver una parte, pero qué tremendo (como diría el exiliado Fernando): un cuadro de Tiziano, otro de Brueghel el Viejo, otro de Rubens, una Dolorosa de Pedro de Mena. Y lo que no pude ver, sobre todo un Cristo yacente de Gregorio Fernández. Es un monasterio de Clarisas en el centro de Madrid, y hay cosas típicas de monjas, por ejemplo 125 niñosjesuses y varias series de cuadros de arcángeles, entre ellos Uriel, Barachiel, Jesidiel y Sealtiel, de cuya existencia no había sido informado hasta ahora (además de los típicos Gabriel, Miguel y Rafael); para completar el lote, el Ángel de la guarda.
De ahí, fui a purificarme de esta cercanía a lo sagrado sumergiéndome en un templo zetapiano, unos grandes almacenes de libros, discos, deuvedés y demás objetos de ocio; siempre me impresiona ver esos inmensos bloques de libros en montones; me dio por contar los que había en uno, del último libro de ese tipo que se está forrando en todo el mundo con Leonardo: calculé que había unos 600. Allí estaba Ordet, la maravillosa película de Dreyer, por nueve euros (hablaré de ella otro día).
Había quedado con un amigo de la infancia; gran comida la que me hizo en su nueva casa, a base de calabaza de la huerta de su padre en el pueblo. Luego estuvimos viendo varios anuncios que ha protagonizado. Nada, esto de estar en Madrid es clave para codearse con las celebridades.
Y ya me tenía que ir al aeropuerto. Otra vez en la nueva Terminal 4. Venía con ganas atrasadas de fumar y descubrí que tienen unos miniespacios marcados por mamparas, donde se pueden refugiar los parias como yo, pero sin sitio para sentarse y con las cabezas sobresaliendo de las mamparas, para servir de escarmientos a los jovencitos que pasasen por allí y todavía pensasen que fumar es un placer.
Qué bien me lo pasé en Madrid, pero ya tenía ganas de volver a Santiago.

1 comentario:

  1. Estoy deseando leer lo que escribas de "Ordet". A mí me conmovió tremendamente.
    Muy buena tu serie sobre la capital - rompeolas de todas las Hispaniae.

    Concha.

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