Hoy es su fiesta. Personaje tremendamente interesante*, de carácter fuerte, que se enfrentó con media cristiandad (llegó a traducir un libro griego para que se viera que san Ambrosio lo había copiado, que hay que tener mala leche). Bien, al final fue santo.
Me atrae especialmente por un sueño que tuvo: "Un ciceroniano, eso es lo que eres, y no un cristiano: donde está tu tesoro allí está tu corazón" (Epístola 22, 30), reflejo de la tensión que padecía entre dedicarse a la literatura latina o a la Biblia. Aquí el problema está en una pregunta mal planteada: aut /aut (o /o), cuando no tienen por qué ser excluyentes (creo) y de hecho en él no lo fueron, por mucho que se atormentara por no poder dedicarle a Cicerón todo su tiempo.
De él es la Vulgata, la traducción latina de la Biblia, vigente hasta la revisión actual, la Neovulgata.
San Jerónimo, ruega por los filólogos, aunque no te tengan -ingratos- por patrón.
*Hubertus Drobner, Manual de patrología, Barcelona, Herder, 1999, III, 3, 8.
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