jueves, 2 de junio de 2005

Paseo sentimental por Valladolid II

De San Pablo a la Magdalena
En la Plaza de san Pablo está el colegio de El Salvador (famoso por su equipo de rugby), el Instituto Zorrilla (citado en el Diario de un cazador de Delibes), la fachada de la iglesia de San Pablo, la antigua Capitanía (a su vez antiguo Palacio Real, donde sufrí el servicio militar, el año más perdido de mi vida: por eso es un edificio que odio) y la Diputación (atención a la ventana renacentista; ahí nació el gran Felipe II, un 21 de mayo).
De ahí a san Gregorio. Fachada con salvajes peludos, hecha poco después de la conquista de América y muy bonita. Ahí, el Museo Nacional de Escultura, un placer continuo (y su patio tan hermoso, aunque algo más recargado que el de santa Cruz, mi favorito). Por ahí la antigua judería, calles estrechas, pero como siempre en Valladolid hay que intuirla más que verla; se destrozó todo con el desarrollismo de los años 60.
De ahí a la Iglesia de las Angustias (Virgen de Juan de Juni; es muy emocionante verla en procesión en la Semana Santa), a la iglesia de la Antigua, con una hermosa torre románica pero cuerpo con pegotes pseudogóticos que estaban tapados por casas hasta que a alguien se le ocurrió dejar la Iglesia exenta). Lo mismo pasó en la Iglesia de las Angustias.
La catedral, un aborto de lo que pudo ser un Escorial: sólo se hizo una cuarta parte y queda totalmente desproporcionada, aunque a mí me gusta por dentro. Por fuera pusieron un Sagrado Corazón de hormigón en una de las torres (que hicieron octogonal; Herrera se habría cortado las venas si lo hubiera visto). El Sagrado Corazón lo veía emocionada la madre del protagonista de Diario de un cazador de Delibes, el mejor libro sobre Valladolid que conozco. En el interior, el Museo Diocesano (muy bueno, tres estrellas, lo que queráis).
Y ahí está la plaza de la Universidad, donde estudié. La fachada es un poco anodina. Si se entra están bien los azulejos y debajo de la escalera se puede ver que los inauguró Franco (horribile dictu!). En la Plaza de Santa Cruz el Colegio plateresco, actual rectorado: ya me he referido al patio; también está muy bien el Aula triste (hermoso nombre), donde se defienden tesis. En la Capilla, el Cristo de la Luz, de Gregorio Fernández.
De ahí a la Iglesia de la Magdalena, con un enorme escudo del Obispo que aplastó la rebelión de los hermanos de Pizarro en Perú (obsérvense las banderas caídas con una P). Ahí está la casa de Colón, construcción moderna en el lugar donde murió el descubridor de América. Ahí está la calle Estudios, con el Colegio Mayor en el que viví tres años (muchos recuerdos).
Y me dejo el Pasaje Gutiérrez, la Iglesia de Santa Ana, el kitsch de la iglesia de los Capuchinos de la plaza de España (que parece un cine por fuera), el horror de la calle López Gómez, el convento de Santa Catalina, con un yacente de Gregorio Fernández.
(...)
Valladolid, te sigo echando de menos, fea ciudad llena de belleza para el que se para un poco a mirarla.
Periféricos, me parece que en un día no te va a dar para mucho.

1 comentario:

  1. Me ha gustado tu paseo. De verdad. Nací y vivi allí 26 años. Hermosa y terrible al tiempo, como un amante gastada por la vida. eloterodelalechuza.blogspot.com

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