Soy supermoderno

Fui al CGAC [Centro Galego de Arte Contemporánea; arte es femenino en gallego].


Es un edificio de Alvaro Siza, el arquitecto portugués. Todo muy fracturado pero le quedó bien:


Me interesaba una exposición de Christian Jankowski, Oops!... I did it again [los puntos suspensivos son suyos]. Es un alemán de mi edad [quiero saber qué va legar al mundo mi generación, porque todavía no veo nada, y me empiezo a agobiar] y estudió en la Kunstakademie de Hamburgo [tiene estudios: no lo hace porque sí].
Entré en una sala donde un grupo de frikis [freakies] miraban con unción un vídeo con un programa de la televisión griega [con subtítulos en inglés], en el que varios contertulios soltaban sus mocos [slang: ideas elevadas que uno no se acaba de creer] sobre el arte, mientras Ch. J. se paseaba por el plató mirándoles y sin hablar. Lo mejor, la atención devota de los espectadores, que, como yo, estaban sentados en el suelo oyendo frikadas, pero ya se sabe que los museos son las iglesias de nuestra época [la frase es de Trapiello]. No pude aguantar mucho, porque me recordaba a la película de Oliveira, Una película hablada, y me aburría sólo de recordarlo.
Pero lo mejor estaba en otra zona. Yo iba a la exposición sobre todo porque había leído que había un karaoke, y allí estaba. Uno del Museo tenía un aparato para que cantara el que quisiera, con el texto en la pantalla y Ch. J. actuando con unas actrices ¡coreanas!, pero nadie picaba. Luego volví a darme una vuelta, porque tenía que ver a alguien que entrase al juego, y sí, había una pareja cantando (no mal) una canción de Roxette. El pobre Ch. J. no había contado con el proverbial sentido del ridículo español, o vergüenza ajena, unido a la introversión gallega, pero al menos alguien había picado.
Más adelante había una especie de zonas con objetos kitsch, como habitaciones de una casa. En la foto se ve que hay dos libros, uno la Medea de Eurípides [referencias clásicas descontextualizadas en un contexto kitsch]:


Luego había un vídeo de un grupo que imitaba a Abba, otro que no quise pararme a mirar, pero que iba del autor y su novia cibernética y este, en el que Marta Sánchez canta haciendo playback con la voz de Alaska de fondo.

¡Soy supermoderno y entiendo todo el rollito de fondo!