viernes, 18 de marzo de 2005

Eliade y Sebastian

He empezado a leer los Diarios (1945-1969) de Mircea Eliade; mientras estaba en ello he descubierto que había uno previo, el Diario de Portugal (1941-1945) y lo he empezado dejando a medias el otro; por suerte los dos libros están en la Biblioteca de la Universidad.
Todo partió de la relectura de los Diarios de Mihail Sebastian, de los que tenía muy buen recuerdo, y que he dejado a medias para leer los de Eliade -una enfermedad, como se ve, esta de dejar libros aparcados por otros, para leerlos luego en orden inverso-. 
Los dos son rumanos, amigos de la juventud, progresivamente separados por la política. Hasta hace poco no tenía ni idea de esta explosión de la cultura rumana (de la misma generación son Cioran, Ionesco o Brancusi –de los que no sé casi nada, por otra parte). Sebastian comienza su Diario con gran frivolidad, pero a medida que la situación política se complica en Rumanía (especialmente para los judíos, y él lo era) va ganando en profundidad. Poco a poco se documenta su progresiva separación de Eliade, que en su Diario portugués se muestra cada vez más partidario de un régimen en Rumania como el de Salazar en Portugal. 
Esto es tabú decirlo ahora, pero cada vez compruebo más que en los años treinta-cuarenta pocos intelectuales había que pudiéramos llamar demócratas: o eran procomunistas (y asimilados: comprendían el comunismo) o proautoritarios (o comprendían a Hitler y Mussolini). En ambos casos les afectó un tipo de ceguera que se produjo por la radicalización en dos bandos; ninguno de ellos (quizá algún caso) era consciente de los crímenes de Hitler o de Stalin y se movían por el miedo al otro. Sebastian tiene pánico a los régimenes autoritarios (y a Alemania en primer lugar, pero sobre todo por su reflejo en Rumanía); Eliade tiene pánico de lo que llama 'eje anglosoviético' (y sobre todo a Rusia, que se puede merendar a Rumanía). Los dos tenían razón (Rusia se merendó a Rumanía y Eliade no sobrevivió para ver el fin del comunismo; Sebastian vio el fin de Hitler pero murió al poco, sin ver la caída de Rumanía en el bloque sovíetico), pero los dos se equivocaban al quedarse con una parte. Por eso es tan triste ver lo que está pasando ahora en España con la revitalización artificial de los bandos de la Guerra Civil española: los que exaltan a la República y los que exaltan a Franco. Dos extremos y ningún medio.
No seré yo quien juzgue lo que pasó entonces, aunque la historia tiene su moraleja (que no es el cinismo, claro). Lectura recomendada: Las Armas y las Letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), de Andrés Trapiello.

2 comentarios:

  1. La editorial Taurus publicó hace bastante tiempo el primer tomo de su autobiografía, con el título de "Memoria". Creo que llega hasta 1937.

    Enhorabuena por su blog.

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  2. Un suspenso sin más datos. ¡Qué suspenso!

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