martes, 1 de febrero de 2005

Deporte, Lewis y yo

En sus memorias (Cautivado por la alegría, Madrid, Encuentro, 1989, p. 136), C. S. Lewis explica muy bien mi relación con el deporte y lo que sentí cuando me libré de la educación física en secundaria:

“Sólo el pensar: ‘nunca, nunca, nunca tendré que volver a hacer deporte’ era suficiente para entusiasmarme. Si quieres saber cómo me sentía imagínate tus propios sentimientos cuando, paseando una mañana, te enteras de que los impuestos o una amante aborrecida de alguna forma se han evaporado.

Sentiría que se interpretara que yo pensaba, o haber hecho pensar al lector, que este horror invencible a hacer cosas con un bate o una pelota no dejara de ser una desgracia. De hecho, no es que yo conceda a los deportes alguna de las virtudes morales, y casi místicas, que los profesores de los colegios dicen que tienen; a mí me parece que llevan a la ambición, a los celos y a un amargo sentimiento de partidismo mucho más a menudo que cualquier otra cosa. Sin embargo, que no te gusten es una desgracia porque te niega la camaradería con muchas personas excelentes a las que uno no se puede acercar de otra forma. Una desgracia, no un pecado, porque es involuntaria. He intentado que me gustaran los deportes y he fracasado. Al hacer mi carácter dejaron ese impulso fuera, yo era a los deportes, según el proverbio, como el asno al arpa.

Por lo demás, fue un libro que no me acabó de convencer (como casi todo en Lewis, excepto quizá Los cuatro amores).

3 comentarios:

  1. Si llegas a salir futbolista al papá le hubiera dado de todo, el colmo de la felicidad.

    ResponderEliminar
  2. Yo estoy más del lado de los profesores de gimnasia, pero considerando que no todos los deportes son iguales y el deporte rey en caridad y complementaridad es , aunque parezca un chiste, el rugby 15.

    ResponderEliminar
  3. ¿"No es pecado porque no es voluntario" dice?
    ¿Es correcto eso?

    Interesante idea la de Javier. Que se explaye.

    ResponderEliminar