De sus cartas:
Debo estar agradecido por haber sido educado (desde los ocho años) en una Fe que me ha nutrido y me ha enseñado todo lo que sé; y eso se lo debo a mi madre, que se atuvo a su conversión y murió joven, en gran medida por las penurias de la pobreza, que fueron la consecuencia de ello (p. 204, carta 142, 2 de diciembre de 1953).Cuando pienso en la muerte de mi madre (más joven que Prisca [la hija pequeña de Tolkien], desgastada por la persecución, la pobreza y la enfermedad, en gran parte su consecuencia, esforzándose en trasmitirnos a nosotros, pequeños, la Fe, y recuerdo el minúsculo cuarto que compartía con nosotros en las habitaciones alquiladas de la casa de un cartero de Rednal, donde murió sola, demasiado enferma para recibir el viático, me es muy duro y amargo comprobar que mis hijos se apartan [de la Iglesia] (p. 410-411, carta 9-10 de enero de 1965).
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