Leí hace poco un artículo* de Fernando García Romero: me gustó mucho porque es otra contribución importante para desmontar el complejo de mitos que se han creado con el deporte: idioteces como que 'lo importante es participar', la tontería de que une a los pueblos, bobadas como que sirve para superar los conflictos. Todas esas memeces con las que nos agotan cada cuatro años. El mito principal que estudia es ese de que el deporte ha de ser amateur:
Esa idea parte de una visión clasista, sobre todo surgida en la Europa del XIX, por la cual sólo podían participar en esos Juegos Olímpicos redivivos los perfect gentlemen [recuerda García Romero que así es como el diccionario de griego de Liddell-Scott traduce kalós kagathós]. Por ejemplo, en el comité olímpico (entre 1906 y 1910), aparte de un yanqui impresentable (llamaba sabandijas a los deportistas que querían participar y no eran de clase alta) estaban cinco condes, dos barones, un duque y el príncipe de Rumanía. La idea era 'mejorar la raza', para lo cual no servían las personas de baja extracción. Por todo ello, se veía mal que los deportistas cobrasen.
Esto me recuerda las críticas que hace Platón a los sofistas por ganar dinero con sus clases: ¿de qué quería que vivieran, si no eran aristócratas como él, que nunca tuvo que trabajar gracias al cómodo sistema esclavista del que disfrutaba? Así que en eso yo me siento muy cerca de los sofistas y muy lejos de Sócrates-Platón.
El artículo de García Romero muestra que todo este planteamiento se quería justificar con una supuesta realidad de la Grecia antigua, que de hecho era mucho más compleja de lo que ellos querían ver. En la Grecia antigua competían primero los aristócratas, pero luego el deporte fue una importante vía de enriquecimiento para personas sin recursos. La cosa llegaba al punto de que los ganadores en los Juegos Olímpicos podían obtener una pensión vitalicia, estatuas, etc. etc.
Por cierto, lo de la tregua sagrada de los Juegos Olímpicos antiguos no era una paz absoluta, sino sólo un salvoconducto para que pudieran llegar todos los participantes. Buenos eran los griegos para que les dejasen sin guerras.
En ese mismo libro hay también un artículo muy interesante de Gabriel Laguna sobre cuestiones teóricas de tradición clásica, pero no voy a pisarle sus ideas, que va exponiendo poco a poco en su blog, de nombre Tradición clásica.
*Fernando García Romero, "El mito del deporte griego antiguo y la creación de los juegos olímpicos modernos", en Historia y mito. El pasado legendario como fuente de autoridad, editado por José María Candau Morón, Francisco Javier González Ponce y Gonzalo Cruz Andreotti, Málaga, 2004.
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