sábado, 4 de diciembre de 2004

El Jarama

Con lo de Ferlosio me he acordado de las reuniones que teníamos los sábados el año que empecé la carrera. Éramos un grupo de aprendices de filólogos con pretensiones. Todos hacían sus pinitos literarios (mucho Borges, mucho Poe, algo de realismo años 50) menos yo. Llegamos a hacer una revista y yo, negado para el arte, hice un artículo sobre El Jarama. Sólo me acuerdo de que era un artículo entusiasta y de que escribí goze [sic]. Me gustaría saber qué decíamos en aquellas reuniones: debíamos de ser muy, muy pedantes: lo veo ahora en algunos alumnos de la Facultad. Habíamos leído cuatro libros y creíamos que comprendíamos la belleza, éramos dogmáticos en nuestras opiniones y no hubiéramos reconocido que nos gustaban libros como los de Tolkien, por ejemplo.
El prólogo de El Jarama era así:
DESCRIBIRÉ brevemente y por su orden estos ríos, empezando por Jarama: sus primeras fuentes se encuentran en el gneis de la vertiente Sur de Somosierra, entre el Cerro de la Cebollera y el de Excomunión. Corre tocando la Provincia de Madrid, por La Hiruela y por los molinos de Montejo de la Sierra y de Pradeña del Rincón. Entra luego en Guadalajara, atravesando pizarras silurianas, hasta el Convento que fue de Bonaval. Penetra por grandes estrechuras en la faja caliza del cretáceo — prolongación de la del Pontón de la Oliva, que se dirige por Tamajón a Congostrina hacia Sigüenza. Se une al Lozoya un poco más abajo del Pontón de la Oliva. Tuerce después al Sur y hace la vega de Torrelaguna, dejando Uceda a la izquierda, ochenta metros más alta, donde hay un puente de madera. Desde su unión con el Lozoya sirve de límite a las dos provincias. Se interna en la de Madrid, pocos kilómetros arriba del Espartal, ya en la faja de arenas diluviales del tiempo cuaternario, y sus aguas divagan por un cauce indeciso, sin dejar provecho a la agricultura. En Talamanca, tan sólo, se pudo hacer con ellas una acequia muy corta, para dar movimiento a un molino de dos piedras. Tiene un puente en el mismo Talamanca, hoy ya inútil, porque el río lo rehusó hace largos años y se abrió otro camino.
De Talamanca a Paracuellos se pasa el río por diferentes barcas, hasta el Puente Viveros, por donde cruza la carretera de Aragón-Cataluña, en el kilómetro dieciséis desde Madrid...
El autor explicó después que era una cita de un manual de geografía o de geología, y que sí, era lo mejor del libro, pero no suyo.

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