domingo, 15 de agosto de 2004

Viajes y paréntesis y guiones

Por la mañana hemos ido al santuario de Andra Mari de Getxo (de la Virgen María de Guecho), en la zona bien de Bilbao (Getxo -Guecho- es el municipio donde viven los ricos, con barrios como Las Arenas, Neguri -viscontiniano lo llamaba Juaristi-, Algorta y el golf de Punta Galea, y al otro lado de la ría están los pobres -y los maketos (los emigrantes de España en la terminología de los vascos pudientes)-: Portugalete, Baracaldo, Santurce). En una campa (nosotros lo llamaríamos prado) había unos bailarines euskaldunes (vascos, pero de pata negra) que no destacaban por su habilidad, pero sí por su entusiasmo: parecía que iban a llegar de un momento a otro al éxtasis nacionalista al son del txistu (chistu). La música y el baile eran repetitivos hasta la náusea (lo mismo podría decir de los bailes castellanos, gallegos, catalanes -es una lata lo de no usar puntos suspensivos, pero prometí no hacerlo-); sólo merecen la pena bailes como las sevillanas: he dicho.
Al salir nos dimos un garbeo por el batzoki (bar) del Partido Nacionalista Vasco, que estaba al lado, con una foto de Ibarretxe (Ibarreche) todavía con pelo, y fotocopias enmarcadas de documentos nacionalistas; en la terraza gente de mediana y provecta edad; todos muy burgueses, paladeando los bailes que acababan de contemplar con arrobamiento.
Volvíamos y el conductor se despistó en un STOP: dimos con otro coche, sin consecuencias personales pero sí para las carrocerías. Lo hemos dejado en una calle, pero como sigue la huelga de grúas no sabemos si lo llevarán al taller; nos hemos vuelto en Metro, que iba a paso de burra (media hora parando cada cien metros).
Una mañana entretenida; hubiera sido emotiva si yo no fuera tan contrario a todo nacionalismo, y que nadie me venga con lo del nacionalismo español.

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