domingo, 6 de junio de 2004

Por Compostela

Fui ayer a votar por correo y a recoger impresiones para mis fieles lectores: al llegar a san Francisco me adelantó una peregrinación de la diócesis de Astorga: iban a toda mecha con dos pancartas; yo al principio pensé: ¡horror, los del Bloque de manifa otra vez!, pero no, eran pancartas de peregrinación, pancartas de derechas, por decirlo así. También se veía a elementos incontrolados de una macrorreunión de peñas gallegas del Barça, aunque tenían pinta de buenas personas. Tuve que oír a alguien tocando la gaita (la gaita me aburre más que leer a Alfredo Conde, o por ser más exactos, me aburre más que la posibilidad de pensar que pueda leer a Alfredo Conde).
En el Obradoiro había tres mimos, uno de purpurina que representaba a Santiago, y el egipcio y la egipcia de toda la vida. El egipcio salió hace tiempo en El correo gallego porque era presidente de una asociación de padres separados que exigían poder ver más a sus hijos: todo muy triste y además encaja en el esquema ya tradicional del que hace reír cuando él mismo está pasándolo mal.
Delante del escudo del CSIC tuve que oír otra vez la explicación apócrifa que daba una guía de que era un antiguo escudo en el que los estudiantes elegían carrera: una mentira como la Catedral que está al lado, pero como no hace daño a nadie dejémosla crecer y convertirse en elemento mítico de la ciudad de Santiago, como lo de darse cabezazos contra una columna románica.
Cumplidos mis deberes democráticos (premio al que acierte a quién voté) me paré y pude ver: 1. los preparativos del sorteo extraordinario de la lotería; 2. unas grúas que ponían en la fachada del Obradoiro focos de luz; 3. a dos de los mimos que hicieron un descanso, justo cuando llegó el cuarto, vestido de romano; 4. también a unos que habían asistido a una boda civil en el Pazo de Rajoy: boda de medio pelo con ínfulas, vamos a decir; 5. no los vi, pero oí al típico grupo parroquial con cánticos tipo guitarra-palmas, de esos que dan ganas de irse corriendo al otro extremo de la ciudad; por suerte se alejaron de la plaza.
A mi lado se puso un explicador que hizo lo típico: identificar a todos los personajes de la fachada; yo estuve escuchándolo atento, porque nunca me había fijado en que estuvieran representadas santa Susana y santa Bárbara: no te acostarás sin saber una cosa más, refrán que me permitió dedicar el resto del día a la holganza intelectual.
Lo malo es que tendría que haber ido hoy: ha estado la selección española de fútbol y yo en casa, pensando que ya tenía material para el blog de hoy.

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