Este relato monográfico se había quedado parado en el viernes a media tarde: después de estar en Atocha me fui por el paseo del Prado al CSIC de Duque de Medinaceli. Ya que estaba allí entré en la iglesia del Jesús de Medinaceli: un horror de fealdad; yo no sé qué les pasa a los capuchinos pero tienen un mal gusto increíble en sus iglesias (por ejemplo la de Valladolid); luego resulta que es la más visitada de Madrid (para comentario me remito a Viaje a Madrid III).
Me encontré el CSIC cerrado y un montón de gente junto al Palace: ya que estaba me quedé un rato por allí (pensando en los lectores de este blog) y pasé un rato muy entretenido porque iban a salir los invitados a la cena de gala en el Palacio del Pardo. La gente estaba emocionada, pero yo sólo vi al Presidente de Asturias (no es mucho para presumir) y luego a un grupo de invitados que tenían pinta de importantes; entre ellos una señora que me cobijó bajo su paraguas -estaba empezando a llover- mencionó a Gabriela de Saboya, que debe de ser conocidilla. Muy graciosos los comentarios de la gente.
En el autobús de vuelta veía las caravanas de coches y autobuses oficiales que iban a gran velocidad por La Castellana. Una señora del autobús estaba encantada porque decía que todos iban a pasar por delante de su casa; un señor comentaba a quien quisiera oírle que era una vergüenza que todos los policías estuvieran en la vigilancia de la boda, y que si él fuera lo que no era, se dedicaría a robar todas las joyerías a esa hora.
Entonces pude hablar con la familia: increíble 'cumpleaños feliz' a trío entre Diego, Eva e Irene (los mejores 'sobris' del mundo); a ver si puedo verles pronto.
Después quedamos con J. A. y nos fuimos por algunos bares de detrás de la Puerta del Sol: increíbles cosas nos contó de su antiguo Colegio Mayor, organizado con dinero público y dedicado casi en exclusiva a pagar a un equipo de rugby de treintañeros, los auténticos amos del cotarro.
Y así se acabó un gran día de cumpleaños: respirando la historia, estando con buenos amigos, con un 'cumpleaños feliz' de primera y disfrutando de Madrid.
Y ya se acercaba LA BODA: pero habrá que dejarla para mañana.
Me encontré el CSIC cerrado y un montón de gente junto al Palace: ya que estaba me quedé un rato por allí (pensando en los lectores de este blog) y pasé un rato muy entretenido porque iban a salir los invitados a la cena de gala en el Palacio del Pardo. La gente estaba emocionada, pero yo sólo vi al Presidente de Asturias (no es mucho para presumir) y luego a un grupo de invitados que tenían pinta de importantes; entre ellos una señora que me cobijó bajo su paraguas -estaba empezando a llover- mencionó a Gabriela de Saboya, que debe de ser conocidilla. Muy graciosos los comentarios de la gente.
En el autobús de vuelta veía las caravanas de coches y autobuses oficiales que iban a gran velocidad por La Castellana. Una señora del autobús estaba encantada porque decía que todos iban a pasar por delante de su casa; un señor comentaba a quien quisiera oírle que era una vergüenza que todos los policías estuvieran en la vigilancia de la boda, y que si él fuera lo que no era, se dedicaría a robar todas las joyerías a esa hora.
Entonces pude hablar con la familia: increíble 'cumpleaños feliz' a trío entre Diego, Eva e Irene (los mejores 'sobris' del mundo); a ver si puedo verles pronto.
Después quedamos con J. A. y nos fuimos por algunos bares de detrás de la Puerta del Sol: increíbles cosas nos contó de su antiguo Colegio Mayor, organizado con dinero público y dedicado casi en exclusiva a pagar a un equipo de rugby de treintañeros, los auténticos amos del cotarro.
Y así se acabó un gran día de cumpleaños: respirando la historia, estando con buenos amigos, con un 'cumpleaños feliz' de primera y disfrutando de Madrid.
Y ya se acercaba LA BODA: pero habrá que dejarla para mañana.
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