viernes, 25 de octubre de 2024

Sobre la Biblia y JJL

He leído El viaje a Oxford que nunca tuvo lugar. Un diálogo tranquilo y casero en torno a la Biblia, que publicó S. Stuart Park tras la muerte de José Jiménez Lozano. En él recoge los textos de ambos básicamente en torno a la Biblia y a su importancia (o las carencias que se observan en) la cultura española, con la inglesa como término de comparación. 

Es un librito que se lee con gusto. A mí me daban ganas como de intervenir en la conversación, comentando por ejemplo que a George Borrow, el famoso repartidor de biblias que escribió La Biblia en España no lo miraba con buenos ojos Luis Usoz, uno de los protestantes más significados del siglo XIX, porque consideraba que pecaba de fantasioso. También me hubiera gustado intervenir diciendo que la prohibición de la Biblia en lengua vulgar en el XVI se compensaba con los comentarios y citas (a veces muy largas, por ejemplo en las obras de fray Luis de Granada), que seguro que leían con pasión.  Y luego estaban los sermones, que duraban horas: podéis mirar los miles de páginas de san Juan de Ávila, por no repetir a fray Luis de Granada. Y a toda la literatura espiritual del XVI, de un volumen impresionante. Claro que conocían la Sagrada Escritura en la España del siglo de Oro.

Pero ya digo que yo intervendría, en un contexto de conversación amigable, por ejemplo en el Lyon d'Or de Valladolid, donde quedaron los dos por primera vez, dejando yo claro que había ido allí a aprender, no a aportar, porque el tema me apasiona, pero no lo conozco a fondo (a veces me parece que nadie lo conoce a fondo, pero quizá sea una sensación mía falsa). 

Otra cuestión es la influencia de la Biblia en la literatura española, que yo creo que en esta conversación no lo saben torear. Supongo que daría para mucho. No vale solamente medirlo todo como si la traducción del rey James fuera la regla áurea de la verdad eterna, cosa que no es. 



2 comentarios:

  1. Al final de tu texto hablas de lo esencial en este asunto: "No vale solamente medirlo todo como si la traducción del rey James fuera la regla áurea de la verdad eterna, cosa que no es."

    Porque decir "la Biblia" es quedarse muy corto. La pregunta esencial es: ¿qué traducción de la Biblia? Porque las diferencias son enormes entre las diversas traducciones y entre las traducciones a diversas lenguas. Una vez más el problema de la traducción es minimizado (pero aquí es mucho más grave que en la literatura). ¿Qué traducciones manejaban fray Luis de Granada y san Juan de Ávila? ¿De qué traducciones se disponía en España durante los siglos XVI y XVII? ¿Qué traducción leía José Jiménez Lozano?

    Un día llamó a mi casa una pareja de "testigas" de Jehová. Yo abrí porque no sabía qué querían y cuando me di cuenta de quiénes eran, les dije que tenía una de sus biblias traducidas del inglés al francés, que para mí un texto traducido del hebreo al inglés y del inglés al francés era un timo y que volvieran cuando dispusieran de una traducción más seria. Se quedaron sin saber qué decir, pero una semana después volvió una de ellas con uno de los jefes, un treintañero muy simpático y "moderno" que tenía una bella "tablet" Samsung llena de traducciones y textos diversos. Discutí con él de varios ejemplos de la Biblia sistemáticamente mal traducidos (como el célebre de "elohim" que en hebreo es un plural que significa "dioses" y que en esa lengua no se confunde nunca con "YHWH" que significa "Dios único"). El tipo no supo explicarme por qué había esa clase de errores en casi todas las traducciones de la Biblia. Le recomendé la traducción dirigida por Edouard Dhorme y publicada en la célebre colección francesa de la Pléiade, la única en Francia que traduce con exactitud el original hebreo (hay otra, la de Chouraqui, pero ilegible por querer ajustarse de manera delirante al original). Me respondió que iba a leer la traducción de la Pléiade y que luego volvería para explicarme las diferencias de traducción. Ni que decir tiene que no le he vuelto a ver el pelo. Otra de las cosas a las que no supo responderme es por qué su secta, que tanta importancia da a la Biblia y cuyos jefes casi la conocen de memoria, no estudian el hebreo para poder leerla en el original, como hacen los judíos. Tampoco supo responderme a esa pregunta fundamental.

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    1. Muy interesantes, tanto la entrada como el comentario anterior. Yo, que ni sé hebreo ni griego, me he de conformar con leer la Vulgata y la Neovulgata, que esencialmente vienen a ser lo mismo. A mí lo que me pone de los nervios son las traducciones de los leccionarios para uso litúrgico. Las unidades de longitud y capacidad se han "españolizado"- Ya no hay metretas en las bodas de Caná ni estadios camino de Emaús. Los hijos del Zebedeo a quienes durante años, en la traducción , Cristo les preguntaba "Soy capaces de beber el cáliz que yo he de beber", ahora contestan, siguiendo a la Vulgata "Podemos", en vez de "Somos capaces", aquí el cambio ha sido a mejor,En cambio ahora , Cristo , después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, amonesta al príncipe de los apóstoles diciéndole "Ponte detrás de mi satanás" en vez del clásico "Retrocede satanás". Y hay muchas más. Al menos para el Stabat Mater usan la versión de Lope, pero eso es ya salirse del tema escriturístico

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